viernes, 25 de octubre de 2013


Fragmento del texto: Tres Ensayos de Teoría Sexual. Freud, S. (1905). En: Obras Completas, vol. VII. Amorrortu Editores. 1979. pp. 123.

“Introduzcamos dos términos: llamamos objeto sexual a la persona de la que parte la atracción sexual, y meta sexual a la acción hacia la cual esfuerza la pulsión. Si tal hacemos, la experiencia espigada científicamente nos muestra la existencia de numerosas desviaciones respecto de ambos, el objeto sexual y la meta sexual desviaciones cuya relación con la norma supuesta exige una indagación a fondo.”

Comentario:

Freud no retrocedió un paso cuando se trataba de hacer saber acerca de aquello que su experiencia la enseñaba, a pesar de la moral dominante en su época que esforzaba por silenciarlo. Su apuesta por sostener el descubrimiento de las particularidades de una sexualidad que sería no exclusivamente animal y que se encontraba ligada a un erotismo singular, requirió de un coraje admirable. Así, introduce la teoría sexual infantil aun cuando el sentido común negaba una cosa tal por considerar al niño un ser asexuado; modo de representación medieval de los “ángeles” que habían llevado incluso la virilidad de Eros al ocultamiento tras la imagen infantil de un deseo asexuado en la imagen de Cupido.

Así, el erotismo y lo que concierne al sexo en relación con el sujeto, comenzaría a ser escrito por Freud, no sin dificultades. En primer lugar, resultó fundamental la observación de la desviación (trieb) que se introduce en la meta sexual cuando el organismo es tocado por el lenguaje. La reproducción, meta impuesta por los ideales morales y sostenida en una deficiente observación de los caracteres sexuales de los animales, era cuando menos insostenible, lo que no evitaba que se le mantuviese como imperativo. La satisfacción como meta en sí misma, dejaba al descubierto la falacia de la meta reproductiva y exponía a plena luz la caída de la supuesta condición natural al estar animada por el lenguaje. La pulsión es el trieb, es la desviación con la que se funda la continuidad entre lo anímico y lo somático. A partir de ese momento la sexualidad humana no responde más a las aspiraciones de conservación de la especie como finalidad, sino al goce sexual como satisfacción en el propio cuerpo. A partir de allí se tiene un cuerpo que no es otra cosa que soporte para el goce.

Por otro lado, el objeto impuesto por los ideales morales, suponía a la pareja reproductiva hombre/mujer, lo que sin embargo no cesaba de quedar cuestionado por el hecho de que la condición del objeto a partir del lenguaje es ser sustituible. La palabra perversión, que en su etimología indica sustitución, es pues la condición misma de la llamada "sexualidad humana". El fetiche propio del objeto como rasgo de la atracción sexual se revelaba propio incluso de aquellos más "normales". La relación sexual no existía más que como ilusión, así como también lo era la anhelada complementariedad de los sexos. Desviación de la meta y condición sustitutiva del objeto, fueron los hallazgos que dieron inicio al intento de escribir cada vez mejor la sexuación de un ser que habla y escribe y que se revelaba como imposible de escribir. Comprender que la posición sexual no depende de la relación pene/vagina, sino, de la articulación falo/castración, fue tal vez el mayor de los hallazgos de Freud y, a partir de ello, el advenimiento a la búsqueda de una construcción que hiciese posible comenzar a escribir su lógica.

¿De qué otra cosa es posible hablar cuando se pasa de una queja en cuanto alma bella que no hace otra cosa que quejarse de la relación del Yo con el mundo, a una posición de analizante en la que se intenta leer lo que no cesa de escribirse de la relación del sujeto con el significante y lo que, como consecuencia, revela lo imposible de la relación sexual? Si en tal trabajo el analizante puede escribir algo de eso imposible habrá encontrado, sin duda, su topología.

John James Gómez G.

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