Fragmento del texto: Los que fracasan cuando triunfan. Freud, S. (1916). En: Algunos Tipos de Carácter Dilucidados por el Trabajo Psicoanalítico. Obras Completas, vol. XIV. Amorrortu Editores. pp. 323.
“Tanto más sorprendidos y aun confundidos quedamos, entonces, cuando, como médicos, hacemos la experiencia de que en ocasiones ciertos hombres enferman precisamente cuando se les cumple un deseo hondamente arraigado y por mucho tiempo perseguido. Parece como si no pudieran soportar su dicha, pues el vínculo causal entre la contracción de la enfermedad y el éxito no puede ponerse en duda.”
Comentario:
El deseo se desplaza de un lugar a otro, es esa su constante operación metonímica. Tal desplazamiento deriva de la sustitución perpetua por la búsqueda del reencuentro con un objeto perdido originario. Así, la falta funda al sujeto, mientras el “Yo” es su proyección imaginaria y, en su función de desconocimiento, hace consistir la ilusión de que es posible dominarse a sí mismo y reencontrar el objeto originario. En dicha ilusión se fantasea con que, en algún punto, es posible identificar el objeto que brindaría la plena satisfacción. La cuestión es entonces que si se fantasea con un objeto idealizado, que permitiría el reencuentro con la satisfacción originaria, llegar a su encuentro llevaría, lógicamente, a la desilusión; encuentro y desencuentro serían una única cosa paradójica y perturbadora para el Yo. Siendo así, el encuentro con el supuesto objeto de deseo conllevaría de suyo también el encuentro con el fracaso. Un descubrimiento sorpresivo y siniestro por el rechazo enfático de un saber que siempre esforzó por hacerse saber y del cual el yo no hizo más que intentar, desesperadamente, huir.
No es posible saber qué se desea en tanto el deseo, por la pulsión, se encuentra fijado a un objeto perdido (objeto a); negativizado. Por tanto, cada vez que el deseo se desplaza hay ganancia de satisfacción al tiempo que encuentro con la pérdida originaria; paradoja constitutiva del sujeto. Sin embargo, es posible tomar noticia de que hay deseo y que éste no corresponde al placer, la comodidad o el confort. Su estatuto es el de una repetición que circula alrededor de una falta. Una Recta Infinita (D.I.) que se cierra sobre sí misma, condición misma del trauma en la que el sujeto se encuentra implicado y por lo cual sólo aparece como avancescencia en lo que representa a un significante para otro significante (Fort-Da; S1-S2).
Fracasar en el mismo instante en el que se triunfa es pues la constatación subjetiva de que no hay más que desplazamientos cuando del deseo se trata, y de que la satisfacción es siempre parcial, signada por una pérdida afortunada, ya que suponer la completud implicaría que el deseo no tenga más desplazamientos; punto en que se revelaría el único sentido vectorial de la vida, a saber, la muerte que, por el lenguaje, mortifica el cuerpo pero que, al mismo tempo, por el lenguaje puede ser soportable a condición de que el deseo, y también el goce, sostengan la falta como estructura del sujeto.
John James Gómez G.
No hay comentarios:
Publicar un comentario