jueves, 3 de octubre de 2013


Fragmento del texto: Psicopatología de la Vida Cotidiana. Freud, S. (1901). En: Obras Completas, vol. VI. Amorrortu Editores. 1979. pp. 28.

“Las migrañas leves de que todavía sigo padeciendo suelen anunciarse horas antes por un olvido de nombres, y en la culminación de ese estado, mientras no me obliga a abandonar el trabajo, suelen pasárseme de la memoria todos los nombres propios. Ahora bien, casos como el mío podrían dar lugar a una objeción de principio contra nuestros empeños analíticos. ¿No habría que inferir de tales observaciones que la causación de la desmemoria y, en especial, del olvido de nombres se sitúa en perturbaciones de la circulación y, en general, de la función cerebrales, lo que volvería ocioso todo intento de explicación psicológica de tales fenómenos? Opino que de ningún modo; ello significaría confundir el mecanismo de un proceso, uniforme en todos los casos, con sus variables y no necesarias circunstancias propiciadoras.”

Comentario:

Freud fue formado como médico y, de manera más específica, como neurólogo. No es evidente que, siendo un hijo de su época, estuviese en la posibilidad de trasgredir la tradición del pensamiento disciplinar de la medicina basado en la biología como explicación etiológica del padecimiento físico e, incluso, psíquico, pues como bien el mismo Freud criticó a la psiquiatría de su época, en ella la raíz “psiké” no era tomada más que como referencia a los fenómenos pero no se la observaba como posibilidad explicativa. Sin embargo, Freud no retrocede en su audacia, orientado por una premisa que, poco a poco, se le revelaba en su experiencia como médico y que fue también haciéndose manifiesta para él en su propia vida anímica, como también en los acercamientos con aquellos pacientes que lo acompañaron en la invención del psicoanálisis. Dicha premisa consiste en la concepción de principio de que “lo psíquico se explica por lo psíquico”. Freud da un paso más. Entiende que, además, resulta insostenible la separación entre lo psíquico y lo somático que reinaba como oposición en el discurso generalizado de la ciencia positivista que reinaba en su época. Para Freud, antes que una separación entre lo uno y lo otro, se trataba de una continuidad, lo cual es expresado por el con ese concepto que liga lo psíquico y lo somatico: la pulsión (trieb).

En tal sentido, resulta comprensible que Freud apueste por indagar acerca de la manera en que un padecimiento, del cuál él mismo sufrió toda su vida, la migraña, pudiese vincularse con algo diverso a cuestiones fisiológicos como la circulación o las funciones cerebrales en general. La aparición de un olvido (la contradicción entre aparición y olvido es solo aparente) que anunciaba la llegada de la migraña fue tomada por él como indicador para intentar rastrear la continuidad en cuestión. Fue necesario que pasaran más de cincuenta años para que los médicos comenzasen, no sin haberse resistido duramente, a verse en la necesidad forzosa de hacer entrar en su cálculo las hipótesis freudianas. No obstante, buena parte insiste aún hoy en la denegación de las mismas a pesar que se puede constatar a diario el efecto de tal continuidad entre lo psíquico y lo somático. Así Freud abrió la puerta para una comprensión de lo que está en juego cuando logra avizorarse el cuerpo no es equivalente al organismo, aunque el primero incluya al segundo.

John James Gómez G. 

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¡Qué poca humanidad hay a veces en ese “gran espíritu científico”!

 “Se abre paso la vida con la misma terquedad con la que una plantita minúscula es capaz de rajar el suelo de hormigón para sacar la cabeza....