Fragmento del texto: El Simbolismo en el Sueño. Freud, S. (1916). 10ª Conferencia. En: Conferencias de Introducción al Psicoanálisis. Obras Completas, vol. XV. Amorrortu Editores. 1979. pp. 137-138.
"Llamamos simbólica a una relación constante de esa índole entre un elemento onírico y su traducción, y al elemento onírico mismo, un símbolo del pensamiento onírico inconciente. Recuerdan ustedes que antes, a raíz de la indagación de las relaciones entre elementos oníricos y lo genuino de ellos, yo distinguí tres de tales relaciones: la de la parte al todo, la de la alusión y la de la ilustración en imágenes. En ese momento les anuncié una cuarta, pero no la nombré [pág. 111]. Esa cuarta es la que aquí introduzco, la simbólica. Con ella se ligan discusiones muy interesantes, que consideraremos antes de exponer nuestras observaciones especiales sobre el simbolismo. El simbolismo es quizás el capítulo más asombroso de la doctrina del sueño."
Comentario:
“La Interpretación de los Sueños” es el texto de Freud que inaugura lo que puede entenderse, propiamente, como psicoanálisis. El texto estuvo listo para publicarse un par de meses antes que comenzara el nuevo siglo (XX). Sin embargo, el editor no dudó en sugerir a Freud que la fecha de publicación esperase hasta 1900. El cambio de siglo, marcaría para Freud también el primer momento de una ruptura epistemológica con el positivismo que, muy a su pesar, él mismo trataba de sostener en la esperanza de hacer del psicoanálisis una ciencia en el sentido de la ortodoxia de la época. No obstante, era evidente que Freud se abocaba cada vez con más claridad al descubrimiento de una nueva episteme e, incluso, de una lógica que cuestionaba de manera directa y contundente la lógica clásica de Aristóteles.
La interpretación de los sueños marcaba el comienzo del acceso a un saber nuevo que ya se esbozaba en sus escritos desde los primeros años de la década final del siglo XIX. Por fin, en dicho texto, Freud lograba ubicar una tópica de lo psíquico que no respondía a la topografía anatomofuncional del sistema nervioso, una lógica que requería de una negación diversa a la aristotética, un movimiento regrediente que, apuntando hacia el sueño alucinatorio, desenmascaraba el trabajo del aparato por recuperar una satisfacción ya perdida y cristalizada en huellas mnémicas que eran sombras de un objeto causa del esfuerzo y del trabajo psíquico. Como si esto fuera poco, Freud, sirviéndose del descubrimiento de Jean François Champollion, tomaba al sueño por una escritura a la manera en que, en la Piedra Rosetta, el Rebus egipcio había dejado de ser mera representación de imágenes que intentaban trasmitir la referencia directa a objetos de la realidad, para ser tomado, al fin, como una escritura propiamente dicha; un texto que podía ser leído.
El inconsciente devenía así, un texto y el psicoanálisis se constituía en la disciplina de su lectura, es decir, de su interpretación. Condensación y desplazamiento fueron los nombres que, con nociones tomadas prestadas de las disciplinas reinantes de su época, Freud otorgó a los mecanismos que permitían a lo inconsciente dar noticias de su ex–sistencia a través de formaciones banales que, al ser leídas en sus encadenamientos significantes, se constituyen en indicios de un saber excepcional.
Es así como el libro “La interpretación de los sueños”, como también los textos posteriores al respecto presentados por Freud, esbozan la vía regia de acceso al inconsciente. No es el sueño como fenómeno la vía regia, aunque lo que de él deriva sea clave en el ejercicio del mismo análisis. Se trata, en verdad, de lo que el libro (vía regia), en tanto tesis freudiana sobre lo psíquico, permite leer de un texto inédito hasta ese momento y que, al ser leído, no sólo habló de la lógica del sujeto y la fantasía sino, al mismo tiempo, de los malestares de la cultura y de las ilusiones de la civilización.
John James Gómez G.
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