martes, 1 de octubre de 2013


Fragmento del texto: Quizás en Vincennes… Lacan, J. (1975). En: Otros escritos. Editorial Paidós. 2012. pp. 334.

“El nudo, la trenza, la fibra, las conexiones, la compacidad: todas las formas en las que el espacio hace falla o acumulación están allí para proveer al analista aquello de lo que carece, o sea, otro apoyo que el metafórico, a los fines de sustentar en él la metonimia.”

Comentario (primera parte):

¿Qué justifica el interés por el “espacio” en psicoanálisis? Podríamos partir de una hipótesis basada en la tradición, pero habría que ver si la tradición es suficiente para que algo en el orden de la lógica se sostenga. Dicha tradición sería aquella que se fundó a partir del análisis cartesiano y del cálculo newtoniano y que, como es sabido, Kant acentuó ubicando el espacio y el tiempo como las categorías fundamentales para articular la noción de realidad. Es claro que la matemática, particularmente en la física, se ha dedicado a esclarecer con todo su empeño el problema que con ello se constituye. Ahora bien, se podría objetar que la realidad física no es equivalente, es decir, sustituible, por la realidad psíquica y que, por tanto, tomar la categoría de espacio (y también la de tiempo) para construir una teoría sobre el sujeto (una topología del sujeto), no tiene sentido alguno. Esta objeción resulta a primera vista contundente si nos basamos en el sentido común. Sin embargo, como lo ha mostrado la historia de la filosofía y de la ciencia, el sentido común, como la percepción, no cesan de engañar por su captación ilusoria (imaginaria) del espacio y del tiempo. Dicho de otra manera, para el caso del psicoanálisis, es necesario no perder de vista que “Ser psicoanalista es, sencillamente, abrir los ojos ante la evidencia de que nada es más disparatado que la realidad humana”. (Lacan, 1955-56, pp. 120).

Freud,  a partir de lo que la experiencia analítica le permitió descubrir, advirtió sobre algo que resulta de sumo interés a la hora de pensar el problema de la realidad (y con ello del espacio y el tiempo), a saber, que cuando se trata del sistema Icc los rasgos que pueden esperarse son: “…ausencia de contradicción, proceso primario, carácter atemporal y sustitución de la realidad exterior por la psíquica…” (1915, pp. 184). He aquí un primer punto que nos lleva en otra dirección que la del argumento basado en la tradición y que se encuentra fundado en la experiencia misma del análisis freudiano. Por un lado, el tiempo tiene un carácter diverso al de la denominada “línea del tiempo” en la física, siendo éste, en el caso del Icc, más cercano a la modalidad del tiempo propio de la mecánica cuántica. Por otro lado, la realidad exterior (física) está, en el caso del sistema Icc, sustituida por la realidad psíquica. Dos consideraciones a tener en cuenta que se encuentran articuladas a ello: a) que la lógica aristotélica encuentra un fracaso cuando del Icc se trata debido a que en él no se cumple el “principio de no contradicción”, entre otras dificultades de dicha lógica que habría que tratar de esclarecer (lo dejamos sólo indicado por ahora); b) que el proceso primario implica la movilidad constante de investiduras a la vez que la búsqueda de ligar una energía que, paradójicamente, es imposible de ligar completamente, lo cual conlleva un trabajo constante en un intento de inscripción de aquello que nunca termina de escribirse (a la manera de los números irracionales).

Ahora bien, si la realidad exterior está sustituida por la realidad psíquica ¿qué ocurre con las categorías de espacio y tiempo? Por lo pronto, podemos indicar que el espacio del que se trata, a la luz de tal sustitución, ya no es conmensurable, es decir, no puede ser medido tal como se hace, intuitivamente, cuando se realiza una comparación entre una herramienta métrica y el espacio en la "cotidianidad tridimensional". Entonces, ¿cómo tratar el espacio si no puede medírsele? ¿Cómo abordarlo de un modo no cuantitativo? Pues bien, aunque pueda parecer extraño, este problema hoy no compete de manera exclusiva al psicoanálisis, por tratarse de lo que Freud denominó “realidad psíquica”, sino que, de manera casi sorprendente, la física llegó cerca de ochenta años después al mismo problema. La matemática demostró que, en ella, no todo es demostrable y que, además, lo conmensurable no es necesariamente lo más preciso cuando lo que está en juego es el tratamiento del espacio. Tal como plantea Quine en su libro “Lógica Matemática”: “…ninguna ciencia puede basarse enteramente en medidas, y además éstas se hallan fuera del alcance de muchas investigaciones científicas. Es entonces en la lógica matemática donde el científico que busca técnicas no cuantitativas encuentra esperanza.” (1967, pp. 26).

De no tener en cuenta este problema crucial, el psicoanalista, como cualquier otro que intente avanzar en un discurso que no caiga en la apariencia de verdad soportada por el sentido de común, pero inadmisible desde la lógica, o que, por otra parte, intente no dejarse llevar por la belleza poética, pero carente de lógica, se encontrará ante un muro que parecerá en principio infranqueable. Sin embargo, como lo ha mostrado la historia, la gran mayoría prefieren el sentido común y la poética, sobretodo, en el psicoanálisis. Plateemos entonces la pregunta: ¿Es posible dar cuenta de que dicho sentido común y/o poética, cuentan con una lógica que los sostenga? Habrá que ver qué responden los apasionados del sentido común o los que arriesgan sustituir la lógica por la poética.

Pues bien, cuando se trata de sostener un tratamiento del espacio y del tiempo por una vía no métrica, es posible servirse de la lógica matemática iniciada por George Boole. Boole, además de matematizar la lógica clásica, le otorgó un nuevo estatuto que permite el tratamiento del espacio y del tiempo sin necesidad de la medida y que resuelve ciertos problemas de rigor que van más allá de los enunciados para dar el paso hacia un álgebra de la lógica. Es este punto en particular el que parece haber despertado el interés de Lacan en la matemática y que lo llevó hasta la topología, como modo de tratamiento del espacio-tiempo cuando de la “realidad” del sujeto del inconsciente, como ser que habla y escribe (parlêtre), se trata.

John James Gómez. 

1 comentario:

  1. Excelente artículo!!! Motiva a un abogado -y de seguro a profesionales de muchas otras áreas del conocimiento- a ahondar en ciencias poco usadas desde su orilla. Particularmente me gustó reflexionar acerca de la utilidad de la matemática; fundamental desde toda perspectiva pero desafortunadamente olvidada por la mayoría. Gracias por el aporte Yon Yeims.

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¡Qué poca humanidad hay a veces en ese “gran espíritu científico”!

 “Se abre paso la vida con la misma terquedad con la que una plantita minúscula es capaz de rajar el suelo de hormigón para sacar la cabeza....