miércoles, 18 de septiembre de 2013

Fragmento del texto: La Sexualidad en los Desfiladeros del Significante. Lacan, J. (1964).  En: Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis. El Seminario, libro 11. Editorial Paidós, Buenos Aires. 1998.  pp. 164-65.

“Esto nos introduce en la cuestión de lo que el deseo de Freud determinó, al desviar toda la comprensión de la transferencia en ese sentido que ahora ha llegado al último término del absurdo, hasta el punto que un analista puede decir que toda la teoría de la transferencia no es más que una defensa del analista.
Yo le doy un vuelco a este término extremo. Muestro exactamente su otra carta. Es menester que me sigan.  Todo esto no lo hago simplemente para poner las cosas patas arriba.  Con esta clave lean una revista general sobre la cuestión de la transferencia -como pueden encontrarla bajo la pluma de no importa quién,, pues alguien que puede escribir un "Que sais-je?" sobre el psicoanálisis, también puede escribirles una revista general sobre la transferencia. Lean, pues, esta revista general sobre la transferencia que aquí designo suficientemente, y sitúense en este punto de mira.”

Comentario:

Desde muy temprano en sus elaboraciones, Lacan reintroduce la pregunta freudiana acerca de la reacción terapéutica negativa. Tal vez el primer lugar donde es puesta de manifiesto sea en su trabajo sobre “La Agresividad en Psicoanálisis”, de 1948. Allí, en su tercera tesis, presenta la cuestión bajo la forma “No puedo aceptar el pensamiento de ser liberado por otro que por mí mismo”. Esto resulta de un interés crucial si tomamos en cuenta que, justo antes de llegar a esta formulación, ha expresado que lo que está en juego es la actitud del analista que requiere de evitar esa “emboscada” que propone el analizante, escenificada en la trasnferencia, y que serviría de guía de prudencia al analista. Es notable, al menos en nuestra manera de entender, que si bien Lacan retoma aquí la posición freudiana, se propone inscribir el problema radical de la reacción terapéutica negativa ligada inevitablemente a la posición del analista, cuestión que, como se señaló en el apartado anterior, Freud avizora al suponer que la persona del analista puede prestarse al servicio del ideal del yo, facilitando entonces el surgimiento de tal reacción hostil con la que el analizante, al mismo tiempo que demanda que el analista se haga con la carga de su sufrimiento, le hace saber que no es digno de llevarla, cuestión destacada por Lacan en el texto sobre la agresividad.

Luego, en el Seminario 2: El Yo en la Teoría de Freud y en la Técnica Psicoanalítica, Lacan retoma el problema de la reacción terapéutica negativa a propósito de la dialéctica freudiana, de su articulación a propósito de la pulsión de muerte y con ello, de la compulsión de repetición, cuestión articulada por Freud en su texto de 1920: “Más allá del principio del placer”. Sin embargo, se hace necesario para Lacan salvar el impasse freudiano en relación con el cual el fundamento de la pulsión de muerte estaría ligado a la filogénesis, a la biología y a la anatomía funcional, forma en que expresa el problema a partir del apartado IV del texto en mención y que luego deriva a una tópica construida desde la geometría euclidiana para explicar las relaciones entre las diferentes instancias psíquicas; cuestión que como es sabido, Lacan subvierte trasladando la lógica freudiana hacia el campo del significante y a la geometría proyectiva, lo que resulta evidente desde su propuesta del “El Estadio del Espejo” (1949), donde, no sin las indicaciones de Freud acerca de que “El yo es sobre todo una esencia-cuerpo; no es sólo una esencia-superficie, sino, él mismo, la proyección de una superficie.” (Freud; 1923: 27),  reconduce el estatuto del Yo concebido por Freud (1914) en su “Introducción del Narcisismo”,  hacia una imagen articulada también a lo simbólico y lo real...

John James Gómez G. Fragmento del artículo: Síntoma y Reacción Terapéutica Negativa: Algunas notas acerca del resto freudiano y su perspectiva lacaniana. Revista Borromeo,  Nº 4, 2013. Universidad Argentina John F. Kennedy.

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¡Qué poca humanidad hay a veces en ese “gran espíritu científico”!

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