martes, 17 de septiembre de 2013


Fragmento del texto: El Espíritu de los Nudos. Lacan, J. (1975-76). En: El Sinthome. El Seminario, Libro 23. Editorial Paidós. 2006. pp. 16.

“El falo es la conjunción de lo que he llamado ese parásito, que es el pitito en cuestión, con la función de la palabra.”

Comentario:

El falo no es el órgano, aunque sea también falso que no lo sea, al menos, completamente. Se trata, en particular para Lacan, de lo que hace entrar al tres en juego. El mundo simbólico encuentra su constituyente en la estructura del dos (S1-S2).  Es así que la topología, geometría no métrica de dos dimensiones que permite tratar simbólicamente el espacio-tiempo, es la elegida por Lacan como modo de escritura de las relaciones entre las tres consistencias constituyentes del nudo. El nudo requiere al menos tres, pero tomar al tres por el tres, en sí mismo, conlleva la obnubilación propia de la insistencia de lo imaginario que intenta imponerse desde el sentido y el significado, velando la falta estructurante: la castración.

El falo hace entrar la i(a). Función de la palabra, distinta del campo del lenguaje, como bien lo indicó Lacan en aquel texto en que fijara a su discurso esas dos categorías matemáticas. Función de la imagen del objeto, leído, a la letra, i(a), es la i-de-a. Idea que puede mantener su estructura de fantasía ($<>a), frase de gramática fija e inequívoca, como diría Freud en 1919. Pero, si es inequívoca, queda por fuera del registro de la interpretación y no hay que perder de vista que, “a fin de cuentas solo tenemos eso, el equívoco, como arma contra el sinthome" (Lacan, 1975-76, pp. 17).  Si, por otra parte, la i(a), puede constituirse como función simbólica de la palabra, entonces, la posibilidad de una escritura de eso (Ello) velado por lo imaginario, advierte de la presencia de la división del sujeto y, con Ello, de su falta constituyente. La función de la palabra en su anudamiento al campo del lenguaje, permite, por la disciplina del análisis, la lectura y escritura de lo real que es siempre esquivo y que siempre escapa. El análisis ubicado desde la función de la palabra en su anudamiento con el campo de lo simbólico, es modo de corregir la experiencia del sujeto, es decir, su historia, que no es su pasado pues ésta no cesa de insistir, re-petir, en tanto no cesa de no escribirse.

John James Gómez G.

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¡Qué poca humanidad hay a veces en ese “gran espíritu científico”!

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