Fragmento del texto: El psicoanálisis y su referencia a la relación sexual. Conferencia dictada en el Museo de la Ciencia y la Técnica de Milán3 de febrero de 1973. Inédita.
Disponible en: http://www.ecole-lacanienne.net/bibliotheque/Bilingues/Lacan-Milan.pdf
“No vemos en absoluto por qué, en fin, esa contemplación del mundo sería identificada de alguna manera con lo que es. Porque eso... eso puede ser una gran ilusión, esa contemplación. No solamente esto puede serlo, sino indiscutiblemente, en fin... tenemos todas las pruebas de que esta idea según la cual tenemos que vérnosla con lo que es, es un delirio, sin duda, un delirio común. En fin, eso constituye lo que se llama el sentido común, que es sin dudas la cosa mejor distribuida del mundo –como lo decía un filósofo, así, que escribió en francés- la cosa mejor distribuida, es decir, hay que decirlo: la más tonta.”
Comentario:
En su Conferencia El psicoanálisis y su referencia a la relación sexual, Lacan enfatizó su posición en torno a que “la teoría es muy difícil de hacer”. Hace su crítica a Aristóteles, quien en base al establecimiento de categorías buscaba la determinación de los conceptos en lo observable, en lo intuitivo, que lleva a tomar la contemplación bajo la ilusión de que en algún lugar hay la esfera perfecta, la buena forma, con lo cual se podría llegar, por el hecho mismo de contemplar.
La contemplación, que estaría del lado de la percepción, concebida como la posibilidad de llegar a la identificación de lo que algo es merced de los sentidos, resulta para Lacan lo más cercano al delirio común, vale decir, a la ilusión de que algo puede llegar a ser, pero además que se puede saber algo de manera clara y perfecta sobre dicho ser, que no sería más que de-ser: “ser dicho en alguna parte”.
Si bien es a veces notorio el retorno recurrente de Freud a la búsqueda de lo contemplable del funcionamiento anatómico para explicar el psiquismo, es evidente que, él mismo, no se fiaba de la contemplación. Su insistencia en no asentar una definitiva acerca del tema tópico es prueba de ello, por lo que su tendencia constante a sustituirlo por lo funcional y sobre todo por lo dinámico, antes que ser un defecto en su manera de construir sus explicaciones tal vez haya sido su mejor manera de evitar sucumbir ante la ilusión de haber encontrado lo que el psiquismo, lo inconsciente, la realidad, tendrían como ilusión de reductible a la “buena forma” en el ser. Con su manera de proceder Freud denunciaba su posición de no ceder a las ilusiones del Yo y de su dificultad ante la creencia en la realidad del espacio euclidiano como única posibilidad de realidad verdadera. Esta posición permitió a Freud la construcción de una lógica y una teoría que no cedía a los impasses y a la dificultad, sino que insistía en avanzar reconociéndolos, incluso sirviéndose de lo imposible como punto de apoyo para propulsarse. Su aprehensión de ese cuerpo al que el psicoanálisis prestó atención, abrió la puerta a un saber del que hasta el momento nadie quería tener noticia, donde lo banal, el lapsus, el equívoco, el sueño, eran tomados como insignificantes y Freud los instala, a su manera, en un lugar significante; mientras que, para los demás, la teoría de lo contemplable reinaba situando lo aparentemente importante como central y ya sabemos cómo la apariencia de la imagen es la trampa misma a la que el Yo puede prestarse.
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