Fragmento del texto: Nota Sobre el Concepto de lo Inconsciente en Psicoanálisis. Freud, S. (1912) En: Obras Completas, vol XII. Amorrortu Editores. 1979. pp. 271-272.
"Querría exponer con pocas palabras y con la mayor claridad posible el sentido que en el psicoanálisis, y sólo en él, se atribuye al término 'inconsciente'.
Una representación -o cualquier otro elemento psíquico- puede estar ahora presente en mi consciencia, y un momento después desaparecer de ella; puede reaflorar intacta después de un intervalo, y hacerlo, como decimos nosotros, desde el recuerdo, no como consecuencia de una nueva percepción sensorial. Es para dar razón de este hecho que nos vemos llevados a suponer que la representación ha estado presente en nuestro espíritu también durante el intervalo, aunque latente en cuanto a conciencia {latent inconsciousness}. Pero no podemos formular conjetura alguna sobre la forma en que pudo haber existido mientras estaba presente en la vida anímica y era latente en cuanto a consciencia.
En este punto debemos estar preparados para la objeción filosófica de que la representación latente no ha existido como objeto de la psicología, sino sólo como una predisposición física para la recurrencia del mismo fenómeno psíquico, a saber aquella misma representación. Pero podemos replicar que semejante teoría rebasa con mucho el ámbito de la psicología propiamente dicha; que simplemente comete una petición de principios {beg the question} estableciendo que 'consciente' y 'psíquico' son conceptos idénticos, y que incurre a todas luces en injusticia al negar a la psicología su derecho de dar razón de uno de sus hechos más comunes, como la memoria, con sus propios medios."...
..."Entonces, una representación inconsciente es una de la que no nosotros no nos percatamos, a pesar de lo cual estamos dispuestos a admitir su existencia sobre la base de otros indicios y pruebas."
Comentario:
Si bien esta manera de expresar lo inconsciente corresponde aún a lo que, Freud mismo", denominó en 1923 en "El yo y el ello" como "inconsciente en sentido descriptivo", haciéndolo equivalente a lo preconsciente, separándole así de lo que será propiamente lo inconsciente en el sentido de una estructura paradójica, inconsciente no todo reprimido, es enteramente justificada su réplica a la posible objeción filosófica, así como su crítica a la identificación del concepto de conciencia con el de psique. En dicha perspectiva filosófica, atendiendo a la "buena forma" aristotélica, se concebía la psique como una unidad consciente, es decir un conjunto universo que realizaría lo que, en términos de Russell, es imposible, contenerse a sí mismo o, de otro lado, ser el contenido de otro conjunto extraño y exterior, a saber, el sistema nervioso. Allí prima la lógica continente/contenido y la referencia anátomo-funcional derivada del pensamiento aristotélico y presente hasta hoy en la mayor parte del campo de las neurociencias, en las que se supone que lo psíquico es contenido de un continente anatómico que sería el cerebro. Freud, apunta con su crítica a desmontar tal ilusión indicando la existencia de lo psíquico como un espacio-tiempo que es a la vez interior y exterior y, por tanto, no puede contenerse totalmente a sí mismo, sin plenitud de dominio de sí, que sería, más bien la ilusión del yo intentando velar su herida narcisista. Lo inconsciente como concepto en psicoanálisis da cuenta de esa continuidad entre interior y exterior denotando que lo consciente es tan sólo un atributo posible en un espacio-tiempo psíquico mucho más complejo. Dicha complejidad estaba ya expresada en la lógica del antiguo estoicismo griego, quienes concebían que la relación entre los cuerpos no era siempre, necesariamente, de continente/contenido, sino también por fusión, tal como cuando el hierro y el fuego se funden y dejan de ser independientes para ser continuos, constituyendo así la paradoja de ser al mismo tiempo uno y dos (S1-S2, en glosa lacaniana); cuerpo del lenguaje y cuerpo orgánico, primer y segundo tiempo del trauma, significante Amo y significantes del saber, o cualquiera otra variante, que no se contienen uno a otro sino que se fusionan en uno y dos. La condición para ello, en el estoicismo, era la pérdida de algo que llamaron incorporal, cuatro para ser precisos: significado, vacío, tiempo y espacio. Es esta particularidad el germen mismo de la corrección que Lacan realiza a Saussure sobre su teoría del signo lingüístico, así como de la concepción de ese esquivo y enigmático objeto que él nombra con una letra, a saber, la "a".
John James Gómez G.
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