domingo, 25 de agosto de 2013


Fragmento del texto: Hablo a las Paredes. Lacan, 1972, Editorial Paidós. 2012. p. 105-106.

"...la historia muestra que ese discurso [discurso del amo] vivió durante siglos de una manera provechosa para todo el mundo hasta que cierto desvío, en razón de un deslizamiento ínfimo que pasó inadvertido para los mismos interesados, se convirtió en el discurso del capitalismo, del que no tendríamos la menor idea si Marx no se hubiera dedicado a completarlo, a darle su sujeto, el proletario, gracias a lo cual el discurso del capitalismo se expande donde quiera que reine la forma del Estado marxista.
Lo que distingue al discurso del capitalismo es la Verwerfung, el rechazo hacia afuera de todos los campos de lo simbólico, con las consecuencias que ya dije. ¿El rechazo de qué? De la castración. Todo orden, todo discurso, que se emparente con el con el capitalismo deja de lado, amigos míos, lo que llamaremos simplemente la cosas del amor. Ya ven, eh! No es poca cosa."

Comentario:

Lacan logró establecer las variantes en las lógicas del lazo social a partir de cuatro discursos: discurso del amo, discurso universitario, discurso de la histeria y discurso del psicoanálisis. El discurso del amo, habría sido la estructura predominante desde la antigüedad y hasta los principios de la modernidad (con  variaciones como, por ejemplo, la del discurso de la filosofía, según indica también Lacan), cuando, de manera inesperada, sufrió una mutación que Lacan denominó: discurso del capitalismo. Mientras en el discurso del amo, la función de la ley parecía encontrar maneras de regular el lazo, sosteniendo los campos simbólicos a partir de los efectos de la castración, el discurso capitalista los rechaza de manera radical y entroniza a lo imaginario, haciendo a lo real doblemente inasible. Con ello, enaltece las vanidades narcisistas y erosiona el lazo humano, acentuando "las competencias" especulares y propiciando las vías para que lo ilegítimo se legitime y para que la manera en que se hace frente a lo perturbador sea desapareciéndolo, "borrándolo del mapa". Lo que tenemos entonces es una sociedad paranoide, donde todos atacan por prevención, por el supuesto de que el otro lo hará de todos modos, donde a la búsqueda de la restitución de un derecho se le llama "terrorismo", donde la vida humana vale menos que el dinero y donde la familia se confunde con la mafia. Vemos incluso al Estado incitando a la violencia y a la legitimación de lo ilegítimo, como señalaría también el sociólogo Charles Tilly. El Estado, la nueva "Cosa Nostra". Así, pues, las cosas del amor no tienen lugar, palabra que en nuestro idioma, el español, siempre ha tenido una curiosa coincidencia lingüística con el discurso del amo, pues en ambos casos se trata de un amo: te amo, tu amo. Tendríamos que dar razón a Benedetti por escribir, con atinada pluma: "despabílate amor, el horror amanece."

John James Gómez G. 

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