Fragmento del texto: Los que Delinquen por Consciencia de
Culpa. Freud, S. (1916). En: Algunos Tipos de Carácter Dilucidados por el
Trabajo Psicoanalítico. Obras Completas, vol. XIV. Amorrortu Editores. 1979.
pp. 338.
“Por paradójico que pueda sonar, debo sostener que ahí la
conciencia de culpa preexistía a la falta, que no procedía de esta, sino que,
a la inversa, la falta provenía de la conciencia de culpa. A estas personas
es lícito designarlas como «delincuentes por conciencia de culpa». La preexistencia
de esta última, desde luego, había podido demostrarse por toda una serie de
otras manifestaciones y efectos.”
Comentario:
La culpabilidad no sólo pesa como persecutoria; ella exige
al Yo trasgredir para hacerse a un castigo que resulte en la descarga de la
tensión derivada del peso de dicha culpa. Es un fenómeno no poco frecuente y
que, sin duda, reviste gran interés. Sin embargo, esto no deja de resultar
paradójico. El sentido común, exento de la concepción de lo inconsciente, supone
siempre a la culpa como derivada de la trasgresión y parece absurdo suponer el
movimiento inverso. No obstante, la experiencia analítica permite constatar la
búsqueda inconsciente del castigo como modo de "reparación" de una culpabilidad
preexistente.
En la culpabilidad inconsciente, masoquismo moral marcado
por la necesidad de castigo, el Yo elige suponiendo que es inmune a la ley,
desconociéndola, para así garantizarse el castigo derivado de su acto.
Paradójicamente, en su locura neurótica, desconoce su responsabilidad, por lo
cual intentará validar ante el Otro su fantasía de no ser más que una
"inocente" víctima. Pasa así en su fantasía de transgresor a víctima, esperando que algún otro responda por el desconocimiento del que sólo él es responsable.
Tal vez los “adolescentes” parezcan el ejemplo que se
encuentra al alcance de la mano, lo que no evita que ello se presente de manera
bastante frecuente en los “adultos”; división meramente artificial si se comprende que lo inconsciente no responde a la noción de desarrollo ni de maduración. La posición del sujeto en la culpabilidad
responde al deseo que ha sido desalojado por representar peligro para el Yo en
tanto él denuncia su herida narcisista. La agresión, la trasgresión, la
competencia especular, se orientan en la búsqueda de velar la falta estructural
que la unidad ilusoria del Yo intenta sostener y que, por su desconocimiento,
lo conmina a la culpabilidad inconsciente. Así, el Yo cede el deseo y en su
acto de desconocimiento deviene culpable por haber callado al sujeto del inconsciente.
A partir de ese momento la repetición de un aparente destino toma consistencia.
La búsqueda del castigo se instala como solución fallida a la culpabilidad
aunque con ella se logre una descarga pulsional. El Yo no sabe qué lo mueve a
la trasgresión y a la búsqueda de castigo, pero, sea como fuere, no cesa de sentir el empuje hacia ello. Se sueña así como víctima eterna de Otro que lo persigue, que lo trata con injusticia; alma bella que
no reconoce ninguna implicancia en aquello que le acontece. El delito por consciencia de culpa, propiamente dicho, es el extremo de ello, lo que no significa que la necesidad inconsciente de culpa no esté presente aún allí donde no se llega a delinquir: la repetición del fracaso, del destino siniestro, del ¿por qué siempre a mi?, son algunos ejemplos comunes de la queja del Yo en su búsqueda incesante de recibir el no sabido merecido castigo.
John James Gómez G.
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