miércoles, 20 de noviembre de 2013

Fragmento del texto: De lo Inconsciente a lo real. Lacan, J. (1975-1976). En: El Sinthome. El Seminario, libro 23. Editorial Paidós. 2006. pp. 130. (Primera parte).

“… la instancia del saber que Freud renueva, quiero decir innova, con la forma del inconsciente, no supone en absoluto obligatoriamente lo real del que me sirvo.”

Comentario:

En su texto “El Yo y el Ello”, Freud señala que lo que llamó inconsciente tuvo al menos tres momentos en cuanto a su concepción. La primera, que él denomina “inconsciente en el sentido descriptivo” y que ubica en su descubrimiento inicial de lo “Unwebusst”, decide denominarlo a partir de 1923, definitivamente, como preconsciente. La segunda vinculada con la teorización de la represión como parte de la estructura y no como acontecimiento que puede o no ocurrir y al cual denomina “inconsciente reprimido”. Y, finalmente, el inconsciente no-reprimido ligado a esa frase de gramática fija e inequívoca que Freud llamó “fantasía” y que, articulado al anterior, define la condición del inconsciente en su estructura paradójica y continua entre interior y exterior, fundando así el Inconsciente No-Todo Reprimido. 

Sin embargo, resulta fundamental percatarse de que, cuando se trata de lo inconsciente, en cualquiera de los sentidos expresados por Freud, lo que está en juego es el registro de lo simbólico en su articulación con lo imaginario. La lectura que posteriormente Lacan hace de ello, lo muestra, pues de no ser así no habría escrito la estructura de su sujeto del inconsciente con el par S1-S2, como tampoco se hubiese servido para ello de la Banda de Moebius. Este objeto, la banda de Moebius que se caracteriza por ser una superficie no orientable en cuanto a lo interior y lo exterior y que permite dar cuenta de la continuidad S1-S2, en la cual el sujeto es representado, a pesar de mantenerse en lo simbólico, no es carente de especularidad, es decir, de relación con lo imaginario. Es por ello que, necesariamente, cuando de la constitución del sujeto se trata, la relación entre el significante y la imagen es fundamental, tal como lo indicó Lacan en su texto “El Estadio del Espejo como Formador de la Función del Yo [Je] tal como se nos Revela en la Experiencia Psicoanalítica”. El sujeto del inconsciente no deja de tener en el Yo especular su proyección imaginaria. Sin embargo, algo falta allí, a saber, la pregunta por articulación del sujeto con lo real. 

La Banda de Moebius, a pesar de ser no orientable en cuanto a sus caras, conserva de todas maneras un rasgo especular: el que permite identificar la imagen en el espejo en relación con la orientación izquierda/derecha, gracias a la media torsión que se se presenta solo de un lado de la banda. Así, ante el espejo, es posible identificar la inversión propia de las imágenes especulares que dan cuenta de la dimensión tres, aunque lo que está en juego en cuanto a sus caras sea la continuidad del dos. Este rasgo específico es lo que hace que la Banda de Moebius sea un objeto topológico de dimensión dos,  pero sumergible en dimensión tres.

Si tomamos esta particularidad y otorgamos la suficiente rigurosidad a la manera en que Lacan plantea la cuestión, el inconsciente no es lo real, lo que no quiere decir que entre ellos no se haya articulación. Es por eso que lo real, lo simbólico y lo imaginario, sirven a los fines de la escritura de tal articulación, como una cadena borromea.

Sin embargo, si se quiere apreciar con mayor detalle esta distinción entre el inconsciente y lo real, es necesario, tal como lo hizo Lacan, otro objeto topológico: el cross cap. Veremos entonces que afirmar que hay un “inconsciente real” tal vez sea una imprecisión no menor, cuando no, un error fundamental…




John James Gómez G.

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¡Qué poca humanidad hay a veces en ese “gran espíritu científico”!

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