Fragmento del texto: De lo Inconsciente a lo real. Lacan, J.
(1975-1976). En: El Sinthome. El Seminario, libro 23. Editorial Paidós. 2006.
pp. 130. (Primera parte).
“… la instancia del saber que Freud renueva, quiero decir
innova, con la forma del inconsciente, no supone en absoluto obligatoriamente
lo real del que me sirvo.”
Comentario:
En su texto “El Yo y el Ello”, Freud señala que lo que llamó
inconsciente tuvo al menos tres momentos en cuanto a su concepción. La primera,
que él denomina “inconsciente en el sentido descriptivo” y que ubica en su
descubrimiento inicial de lo “Unwebusst”, decide denominarlo a partir de 1923, definitivamente, como preconsciente. La segunda vinculada con la teorización de la represión como
parte de la estructura y no como acontecimiento que puede o no ocurrir y al
cual denomina “inconsciente reprimido”. Y, finalmente, el inconsciente
no-reprimido ligado a esa frase de gramática fija e inequívoca que Freud llamó
“fantasía” y que, articulado al anterior, define la condición del inconsciente
en su estructura paradójica y continua entre interior y exterior, fundando así
el Inconsciente No-Todo Reprimido.
Sin embargo, resulta fundamental percatarse de que, cuando
se trata de lo inconsciente, en cualquiera de los sentidos expresados por
Freud, lo que está en juego es el registro de lo simbólico en su articulación con lo imaginario. La lectura que
posteriormente Lacan hace de ello, lo muestra, pues de no ser así no habría
escrito la estructura de su sujeto del inconsciente con el par S1-S2, como
tampoco se hubiese servido para ello de la Banda de Moebius. Este objeto, la banda
de Moebius que se caracteriza por ser una superficie no orientable en cuanto a
lo interior y lo exterior y que permite dar cuenta de la continuidad S1-S2, en
la cual el sujeto es representado, a pesar de mantenerse en lo simbólico, no es
carente de especularidad, es decir, de relación con lo imaginario. Es por ello que, necesariamente, cuando de la
constitución del sujeto se trata, la relación entre el significante y la imagen
es fundamental, tal como lo indicó Lacan en su texto “El Estadio del Espejo como Formador de la Función del Yo [Je] tal como se nos Revela en la Experiencia
Psicoanalítica”. El sujeto del inconsciente no deja de tener en el Yo especular
su proyección imaginaria. Sin embargo, algo falta allí, a saber, la pregunta por articulación del sujeto con lo real.
La Banda de Moebius, a pesar de ser no orientable en cuanto
a sus caras, conserva de todas maneras un rasgo especular: el que
permite identificar la imagen en el espejo en relación con la orientación
izquierda/derecha, gracias a la media torsión que se se presenta solo de un lado de la banda.
Así, ante el espejo, es posible identificar la inversión propia de las imágenes
especulares que dan cuenta de la dimensión tres, aunque lo que está en juego en
cuanto a sus caras sea la continuidad del dos. Este rasgo específico es lo que
hace que la Banda de Moebius sea un objeto topológico de dimensión dos, pero sumergible en dimensión tres.
Si tomamos esta particularidad y otorgamos la suficiente
rigurosidad a la manera en que Lacan plantea la cuestión, el inconsciente no es
lo real, lo que no quiere decir que entre ellos no se haya articulación. Es por eso que lo real, lo simbólico y lo imaginario,
sirven a los fines de la escritura de tal articulación, como una cadena borromea.
Sin embargo, si se quiere apreciar con mayor detalle esta
distinción entre el inconsciente y lo real, es necesario, tal como lo hizo
Lacan, otro objeto topológico: el cross
cap. Veremos entonces que afirmar que hay un “inconsciente real” tal vez
sea una imprecisión no menor, cuando no, un error fundamental…
John James Gómez G.
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