miércoles, 13 de noviembre de 2013

Fragmento del texto: El Chiste y su Relación con lo Inconsciente. Freud, S. (1905). En: Obras Completas, vol. VIII. Amorrotu Editores. 1979. pp. 220-221.

“Alguna noticia sobre el desplazamiento humorístico se obtiene si se lo considera bajo la luz de un proceso defensivo. Los procesos de defensa son los correlatos psíquicos del reflejo de huida y tienen la misión de prevenir la génesis de un displacer que proceda de fuentes internas; en el cumplimiento de esa tarea sirven al acontecer anímico como una regulación automática que, es verdad, resulta ser dañina a la postre y por eso es preciso que sea sometida al gobierno del pensar conciente. En una determinada variedad de esa defensa, la represión fracasada, he podido pesquisar el mecanismo eficiente para la génesis de las psiconeurosis. Pues bien; el humor puede concebirse como la más elevada de esas operaciones defensivas.”

Comentario:

Cada cierto tiempo, alguna “investigación científica” de aquellas que suelen ser anunciadas por los noticieros televisivos, manifiesta el redescubrimiento de los efectos benéficos derivados de la risa, del humor y del chiste. Todas ellas hacen énfasis, bien en la distención muscular, bien en las endorfinas que se producen a partir de la risa brindando estados de placer. Se explica en dichas investigaciones que la risa contribuye al bienestar “físico y mental”, aunque las disciplinas que intentan dar cuenta de ello se vean atrapadas en los límites que les imponen sus concepciones en las que el sujeto queda excluido o reducido al funcionamiento anatómico.

Ya en 1905, año en que Freud había avanzado lo suficiente en sus investigaciones como para comprender que la pulsión (trieb) era la desviación de una meta natural, constituyendo así un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático, anunciaba la función del chiste. El chiste y el humor, permiten descargar la tensión que el Yo padece cuando se ve enfrentado a representaciones que le causan displacer y, en tal sentido, opera como un proceso defensivo que permite desviar los montos de afecto a representaciones sustitutivas. Es entonces, el humor, según Freud, la más elevada de las operaciones defensivas.

No es necesario que el Yo se entere conscientemente de aquello displacentero de lo que intenta huir vía el chiste. De hecho, lo más común es que ello permanezca inconsciente. No obstante, la descarga del monto de afecto permite al Yo despojarse transitoriamente de la angustia, merced de lo cual sería posible afirmar que si el chiste causa risa es porque ha venido a sustituir las representaciones vinculadas con el apronte angustiado.

Por otra parte, la ironía sobre el propio Yo, lo que comúnmente es dicho como “ser capaz de reírse de sí mismo”, opera como un modo de disminución de la tiranía superyoica a la vez que atenúa los efectos de la constitución paranoica del Yo. Así, el Superyó pierde buena parte de su potencia y el Yo gana flexibilidad en torno a los ideales, padeciendo menos la ferocidad imaginaria derivada de su sumisión a los mismos.

Si el chiste, y con él la risa, logran un cierto “bienestar físico y mental” (como suelen llamarlo) es, precisamente, porque entre el organismo y el sujeto del lenguaje hay una continuidad constitutiva propia de la incorporación, haciendo así un cuerpo que es al mismo tiempo uno y dos.


John James Gómez G.

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¡Qué poca humanidad hay a veces en ese “gran espíritu científico”!

 “Se abre paso la vida con la misma terquedad con la que una plantita minúscula es capaz de rajar el suelo de hormigón para sacar la cabeza....