lunes, 1 de septiembre de 2014

Fragmento del texto: “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis.” Lacan, J (1953). En Escritos 1. Siglo XXI Editores, 2ª ed. 2008. pp. 245 [Primera parte del comentario]

“Por eso el psicoanalista sabe mejor que nadie que la cuestión en él es entender a qué "parte" de ese discurso está confiado el término significativo, y es así en efecto como opera en el mejor de los casos: tomando el relato de una historia cotidiana por un apólogo que a buen entendedor pocas palabras, una larga prosopopeya por una interjección directa, o al contrario un simple lapsus por una declaración harto compleja, y aun el suspiro de un silencio por todo el desarrollo lírico al que suple.”

Comentario:

Dos cuestiones parecen cruciales a los fines de lo que, en psicoanálisis, se ha llamado interpretación.

La primera, de acuerdo con el axioma del "inconsciente estructurado como un lenguaje", indica que es necesario tomar el discurso a la letra, tal y como él se articula, no por los significados que los enunciados parecen proponer sino por la manera en que tales enunciados cuentan con un valor significante, es decir, por su sonoridad textual. Allí se apoya lo que puede entenderse por equivocación. El discurso está sometido, por su estructura significante, a la equivocación, la escansión, la ligazón, al silencio, a la multivocidad y a la incompletitud; son esos los modos en que se revela el orden que lo hace posible. En ese sentido no es necesario que ocurra una equivocación en el sentido literal, es decir, que la persona, al hablar, “meta la pata”, como suele decirse, para que haya lugar a la interpretación. Basta que se cuente con la disposición a hablar, atendiendo al hecho de que el decir siempre lleva aparejado algo no dicho, que lo acompaña sin remedio, para que las cadenas de palabras permitan los juegos que las modifican, a veces de manera sutil pero contundente, produciendo la interrogación acerca del saber que está, allí, implicado.

La segunda cuestión que resulta crucial, a propósito de la interpretación, está en la suposición de un saber, es decir, en lo que Freud llamó transferencia. Se trata de un acontecimiento fundamental en la experiencia analítica, por la paradoja que supone. Es al mismo tiempo motor y obstáculo para la tarea del analizante y, por otro lado, es fenómeno que advierte acerca de los lugares significantes que ocupa el analista en el discurso del analizante. En este sentido, es importante no perder de vista que cuando se trata del analista, lo que está en juego no es propiamente la persona a quien se le atribuye ese lugar, versión imaginaria de un lugar simbólico, de un significante que solo tiene valor por haber entrado, en un determinado momento, a jugar papel activo en la estructura del discurso del analizante. Es la entrada de dicho significante en las cadenas significantes del sujeto, lo que hace posible la entrada en la experiencia analítica y lo que provoca la probabilidad de aparición de un saber inédito, produciéndose así, lo que Freud denominó: neurosis de transferencia.


John James Gómez G.

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