Fragmento del texto: “Función y campo de la palabra y del
lenguaje en psicoanálisis.” Lacan, J (1953). En Escritos 1. Siglo XXI Editores,
2ª ed. 2008. pp. 245 [Primera parte del comentario]
“Por eso el psicoanalista sabe mejor que nadie que la
cuestión en él es entender a qué "parte" de ese discurso está
confiado el término significativo, y es así en efecto como opera en el mejor de
los casos: tomando el relato de una historia cotidiana por un apólogo que a buen
entendedor pocas palabras, una larga prosopopeya por una interjección directa,
o al contrario un simple lapsus por una declaración harto compleja, y aun el
suspiro de un silencio por todo el desarrollo lírico al que suple.”
Comentario:
Dos cuestiones parecen cruciales a los fines de lo que, en psicoanálisis,
se ha llamado interpretación.
La primera, de acuerdo con el axioma del "inconsciente
estructurado como un lenguaje", indica que es necesario tomar el discurso
a la letra, tal y como él se articula, no por los significados que los
enunciados parecen proponer sino por la manera en que tales enunciados cuentan
con un valor significante, es decir, por su sonoridad textual. Allí se apoya lo
que puede entenderse por equivocación. El discurso está sometido, por su
estructura significante, a la equivocación, la escansión, la ligazón, al
silencio, a la multivocidad y a la incompletitud; son esos los modos en que se
revela el orden que lo hace posible. En ese sentido no es necesario que ocurra
una equivocación en el sentido literal, es decir, que la persona, al hablar,
“meta la pata”, como suele decirse, para que haya lugar a la interpretación.
Basta que se cuente con la disposición a hablar, atendiendo al hecho de que el
decir siempre lleva aparejado algo no dicho, que lo acompaña sin remedio, para
que las cadenas de palabras permitan los juegos que las modifican, a veces de
manera sutil pero contundente, produciendo la interrogación acerca del saber
que está, allí, implicado.
La segunda cuestión que resulta crucial, a propósito de la
interpretación, está en la suposición de un saber, es decir, en lo que Freud
llamó transferencia. Se trata de un acontecimiento fundamental en la
experiencia analítica, por la paradoja que supone. Es al mismo tiempo motor y
obstáculo para la tarea del analizante y, por otro lado, es fenómeno que
advierte acerca de los lugares significantes que ocupa el analista en el
discurso del analizante. En este sentido, es importante no perder de vista que
cuando se trata del analista, lo que está en juego no es propiamente la persona
a quien se le atribuye ese lugar, versión imaginaria de un lugar simbólico, de
un significante que solo tiene valor por haber entrado, en un determinado
momento, a jugar papel activo en la estructura del discurso del analizante. Es
la entrada de dicho significante en las cadenas significantes del sujeto, lo
que hace posible la entrada en la experiencia analítica y lo que provoca la
probabilidad de aparición de un saber inédito, produciéndose así, lo que Freud
denominó: neurosis de transferencia.
John James Gómez G.
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