Fragmento del texto: “La novela familiar de los neuróticos”.
Freud, S. (1909). En Obras Completas, vol. IX. Amorrortu Editores. 1979. pp.
217 [Segunda parte del comentario]
"En el individuo que crece, su desasimiento de la
autoridad parental es una de las operaciones más necesarias, pero también más
dolorosas, del desarrollo. Es absolutamente necesario que se cumpla, y es
lícito suponer que todo hombre devenido normal lo ha llevado a cabo en cierta
medida. Más todavía: el progreso de la sociedad descansa, todo él, en esa
oposición entre ambas generaciones."
Comentario:
El parlêtre (hablante-ser, también, habla-ente-letra) busca
maneras de inscribirse en un linaje. La referencia al padre es, en ese
sentido, condición reiterada en las diferentes culturas como intento de hacerse
reconocer, retroactivamente, por un Otro, como concebido en un origen
con-sentido. Así, el mito de creación es la expresión en cada cultura de esa
búsqueda por la cual se habla de un padre que habría entregado un legado, es
decir, un peso para llevar a cuestas. Un padre que es, al mismo tiempo, fuente
de fe y de temor. Es algo que se constata en el trabajo psicoanalítico, el
neurótico habla de ese padre por el cual experimenta sentimientos ambivalentes.
Se trata del padre de la fantasía, tal como Freud lo reveló en su texto de
1919, intitulado, “Pegan a un niño”.
Ahora bien, en algún punto la fe se cuestiona pero no así
el temor. Por esa razón el parlêtre, en la neurosis, se aboca a la rebeldía
contra el padre al sentir, en el peso que lleva a cuestas, una injusticia que,
sin saber, él mismo ha elegido. Es por ello que hace de la rebeldía y la
transgresión un intento de quitarse de encima dicho peso, cuando, por otra
parte, de esa manera sólo logra acrecentar el sentimiento inconsciente de
culpabilidad, la necesidad inconsciente de castigo y, con ello, se conmina al
padecimiento por desconocer que ese padre de la fe y del temor no es el padre
de la ley, sino el de los ideales. En otras palabras, es el padre como cicatriz
del Edipo, el superyó, persecutorio, feroz y culpabilizante.
En la búsqueda de inscripción en un linaje con-sentido, se
eterniza "el-hijo", allí donde no puede reconocerse el punto en que “elijo”. Es
así que el atravesamiento de la fantasía neurótica requiere el paso del mito al
logos, es decir, el paso por el que se hace posible reconocer la razón por la cual se ha elegido el ideal del
padre para taponar la castración, la falta en el Otro, mientras se teme a ella.
El padre de la ley implica el reconocimiento de que, en el origen, hay, por
estructura, agujero. En cambio, el padre como cicatriz del Edipo sirve a los
fines de los ideales por permitir al Yo
sostener la idea de que Otro le ha puesto en este mundo con una misión,
con su-misión, vale decir. En el primer caso hay un reconocimiento de la ley
del deseo. En el segundo caso, el del padre de la fantasía, hay un esfuerzo por desalojar la ley y el deseo.
John James Gómez G.
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