miércoles, 24 de septiembre de 2014

Fragmento del texto: “La novela familiar de los neuróticos”. Freud, S. (1909). En Obras Completas, vol. IX. Amorrortu Editores. 1979. pp. 217 [Segunda parte del comentario]

"En el individuo que crece, su desasimiento de la autoridad parental es una de las operaciones más necesarias, pero también más dolorosas, del desarrollo. Es absolutamente necesario que se cumpla, y es lícito suponer que todo hombre devenido normal lo ha llevado a cabo en cierta medida. Más todavía: el progreso de la sociedad descansa, todo él, en esa oposición entre ambas generaciones."

Comentario:

El parlêtre (hablante-ser, también, habla-ente-letra) busca maneras de inscribirse en un linaje. La referencia al padre es, en ese sentido, condición reiterada en las diferentes culturas como intento de hacerse reconocer, retroactivamente, por un Otro, como concebido en un origen con-sentido. Así, el mito de creación es la expresión en cada cultura de esa búsqueda por la cual se habla de un padre que habría entregado un legado, es decir, un peso para llevar a cuestas. Un padre que es, al mismo tiempo, fuente de fe y de temor. Es algo que se constata en el trabajo psicoanalítico, el neurótico habla de ese padre por el cual experimenta sentimientos ambivalentes. Se trata del padre de la fantasía, tal como Freud lo reveló en su texto de 1919, intitulado, “Pegan a un niño”.

Ahora bien, en algún punto la fe se cuestiona pero no así el temor. Por esa razón el parlêtre, en la neurosis, se aboca a la rebeldía contra el padre al sentir, en el peso que lleva a cuestas, una injusticia que, sin saber, él mismo ha elegido. Es por ello que hace de la rebeldía y la transgresión un intento de quitarse de encima dicho peso, cuando, por otra parte, de esa manera sólo logra acrecentar el sentimiento inconsciente de culpabilidad, la necesidad inconsciente de castigo y, con ello, se conmina al padecimiento por desconocer que ese padre de la fe y del temor no es el padre de la ley, sino el de los ideales. En otras palabras, es el padre como cicatriz del Edipo, el superyó, persecutorio, feroz y culpabilizante.

En la búsqueda de inscripción en un linaje con-sentido, se eterniza "el-hijo", allí donde no puede reconocerse el punto en que “elijo”. Es así que el atravesamiento de la fantasía neurótica requiere el paso del mito al logos, es decir, el paso por el que se hace posible reconocer la razón por la cual se ha elegido el ideal del padre para taponar la castración, la falta en el Otro, mientras se teme a ella. El padre de la ley implica el reconocimiento de que, en el origen, hay, por estructura, agujero. En cambio, el padre como cicatriz del Edipo sirve a los fines de los ideales por permitir al Yo  sostener la idea de que Otro le ha puesto en este mundo con una misión, con su-misión, vale decir. En el primer caso hay un reconocimiento de la ley del deseo. En el segundo caso, el del padre de la fantasía, hay un esfuerzo por desalojar la ley y el deseo.

John James Gómez G.

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¡Qué poca humanidad hay a veces en ese “gran espíritu científico”!

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