Comentario del texto: “Sobre Psicoanálisis”. Freud, S.
(1913). En: Obras Completas, vol. XII. Amorrotu Editores. 1979. Pág. 214.
“…el método psicoanalítico de indagación puede aplicarse
igualmente a la elucidación de fenómenos psíquicos normales, y ha hecho
posible descubrir la estrecha relación entre los productos anímicos
patológicos y estructuras normales como los sueños, las pequeñas equivocaciones
de la vida cotidiana y fenómenos tan estimables como los chistes, los mitos y
las creaciones artísticas.”
Comentario:
Hasta el momento en que Freud decide abordar la vida
anímica, las cuestiones de la vida cotidiana relacionadas con fenómenos en
apariencia azarosos, como las equivocaciones, los lapsus, los chistes e incluso
el arte, los mitos y los sueños, bien habían sido dejadas de lado como asuntos
ajenos a cualquier interés de esclarecimiento o habían sido tratados, como en
el caso de los sueños, desde perspectivas místicas y premonitorias. Se les
consideraba dentro del marco de las ciencias de la época como exentos de
causalidad; cuestiones fortuitas que no representaban interés alguno para el
conocimiento en general o como una rareza de la sensibilidad humana que no
ameritaba estudio riguroso de ninguna clase.
Freud se abocó entonces al estudio de tales fenómenos y encontró el
modo de leer la causalidad que allí se juega. Desplegó el reconocimiento de un
saber inédito que escapa a la consciencia cotidiana, pero que no por ello está
por fuera de la razón ni de la causalidad. Y no se trata en este caso de la causalidad
entendida en el modo eficiente, formal o final, sino, de la causalidad
material. De esos cuatro modos planteados por Aristóteles, la causalidad
material viene a iluminar la “psicopatología de la vida cotidiana”. No será la
materialidad en el sentido de la “physis” (φύσις), ni del materialismo histórico llevado
adelante por la perspectiva marxista. Se trata, en el caso del descubrimiento
freudiano, de la materialidad que el lenguaje implica y de sus efectos sobre el
devenir del alma (ψυχή) humana.
Así, el punto de tal causalidad es descripto por Freud de
manera magistral en muchos de sus textos pero, sin duda, ningunos otros tan fabulosos como: “La interpretación de los sueños” (1900), “Psicopatología de la vida cotidiana”
(1901) y “El chiste y su relación con lo inconsciente” (1905). Sin tener aún en el
contexto de las ciencias de su época una lingüística que le permitiera nombrar
de manera precisa las leyes de esa cusalidad material que había descubierto, tomó prestados de la física y de la química, expresiones que bien le sirvieron para dar
cuenta de su lógica, a saber: condensación
y desplazamiento. Es sabido, desde Lacan, quien siguiendo a Freud da cuenta
que el lenguaje es la condición del inconsciente y que éste último es la
condición de la lingüística, que metáfora
y metonimia vendrán a aparecer como las denominaciones más propias para
aquellas dos expresiones iniciales adoptadas por Freud. Gracias a los estudios
sobre las afasias realizados por Roman Jakobson, Lacan reencuentra en aquellos
términos y sus lógicas las leyes que otrora Freud articuló como
claves de la causalidad de lo inconsciente.
John James Gómez G.
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