miércoles, 5 de febrero de 2014

Comentario del texto: “Sobre Psicoanálisis”. Freud, S. (1913). En: Obras Completas, vol. XII. Amorrotu Editores. 1979. Pág. 214.

“…el método psicoanalítico de indagación puede aplicarse igualmente a la elucidación de fenómenos psíquicos normales, y ha hecho posible descubrir la estrecha relación entre los productos anímicos patológicos y estructuras normales como los sueños, las pequeñas equivocaciones de la vida cotidiana y fenómenos tan estimables como los chistes, los mitos y las creaciones artísticas.”

Comentario:

Hasta el momento en que Freud decide abordar la vida anímica, las cuestiones de la vida cotidiana relacionadas con fenómenos en apariencia azarosos, como las equivocaciones, los lapsus, los chistes e incluso el arte, los mitos y los sueños, bien habían sido dejadas de lado como asuntos ajenos a cualquier interés de esclarecimiento o habían sido tratados, como en el caso de los sueños, desde perspectivas místicas y premonitorias. Se les consideraba dentro del marco de las ciencias de la época como exentos de causalidad; cuestiones fortuitas que no representaban interés alguno para el conocimiento en general o como una rareza de la sensibilidad humana que no ameritaba estudio riguroso de ninguna clase.

Freud se abocó entonces al estudio de tales fenómenos y encontró el modo de leer la causalidad que allí se juega. Desplegó el reconocimiento de un saber inédito que escapa a la consciencia cotidiana, pero que no por ello está por fuera de la razón ni de la causalidad. Y no se trata en este caso de la causalidad entendida en el modo eficiente, formal o final, sino, de la causalidad material. De esos cuatro modos planteados por Aristóteles, la causalidad material viene a iluminar la “psicopatología de la vida cotidiana”. No será la materialidad en el sentido de la “physis” (φύσις), ni del materialismo histórico llevado adelante por la perspectiva marxista. Se trata, en el caso del descubrimiento freudiano, de la materialidad que el lenguaje implica y de sus efectos sobre el devenir del alma (ψυχή) humana. 

Así, el punto de tal causalidad es descripto por Freud de manera magistral en muchos de sus textos pero, sin duda, ningunos otros tan fabulosos como: “La interpretación de los sueños” (1900), “Psicopatología de la vida cotidiana” (1901) y “El chiste y su relación con lo inconsciente” (1905). Sin tener aún en el contexto de las ciencias de su época una lingüística que le permitiera nombrar de manera precisa las leyes de esa cusalidad material que había descubierto, tomó prestados de la física y de la química, expresiones que bien le sirvieron para dar cuenta de su lógica, a saber: condensación y desplazamiento. Es sabido, desde Lacan, quien siguiendo a Freud da cuenta que el lenguaje es la condición del inconsciente y que éste último es la condición de la lingüística, que metáfora y metonimia vendrán a aparecer como las denominaciones más propias para aquellas dos expresiones iniciales adoptadas por Freud. Gracias a los estudios sobre las afasias realizados por Roman Jakobson, Lacan reencuentra en aquellos términos y sus lógicas las leyes que otrora Freud articuló como claves de la causalidad de lo inconsciente.

John James Gómez G.

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¡Qué poca humanidad hay a veces en ese “gran espíritu científico”!

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