viernes, 9 de mayo de 2014

Fragmento del texto: “El Interés por el Psicoanálisis”. Freud, S. (1913). En: Obras Completas, vol. XIII. Amorrortu Editores. 1979. pp. 171 (Primera parte del comentario).

“Las operaciones fallidas son fenómenos psíquicos de pleno derecho y en todos los casos poseen un sentido y una tendencia. Sirven a determinados propósitos que a consecuencia de la situación psicológica imperante en cada caso no pueden expresarse de otro modo. Estas situaciones son, por regla general, las de un conflicto psíquico en virtud del cual la tendencia subyacente es esforzada a apartarse de la expresión directa y empujada por vías indirectas.”

Comentario:

Antes del advenimiento del psicoanálisis, las operaciones fallidas, nombre con que Freud designó a los fenómenos del equivoco en el decir, el actuar, el escuchar, como también al olvido y las correspondientes sustituciones que devienen ante él, entre otras, eran explicadas como simples efectos del agotamiento o como una falla funcional del sistema nervioso que no ameritaba explicación alguna. Sea como fuere, se las tomaba por cuestiones que no revestían ninguna importancia. Sin embargo, la experiencia psicoanalítica mostró rápidamente que las operaciones fallidas reclamaban un interés fundamental; más aún, que dan cuenta de modos en que lo psíquico expresa aquello que la consciencia se empeña en desconocer.

El estatuto, de fenómenos psíquicos de pleno derecho, otorgado por Freud a las operaciones fallidas, implicó el reconocimiento de que lo psíquico no se reduce a la consciencia. Las consecuencias de ello abrieron lugar a una experiencia clínica donde la interrogación en juego exige la puesta en cuestión del saber mismo y denuncia la imposibilidad de que exista un saber-todo. Es así que en el psicoanálisis no se trata de la pregunta por la moral ni de la búsqueda de adaptación del yo a las exigencias de los ideales, sino, de la interrogación acerca del saber con el que se supone contar para abrir la puerta a un saber inédito que acontece por el supuesto de que hay un sujeto del inconsciente.

Un descubrimiento con tales alcances, que cuestiona la condición de la razón consciente como modo princeps de lo psíquico, conlleva gran interés para las disciplinas sociales y humanas en general, como también para la psicología en particular. La sociología, la antropología, la literatura, para mencionar solo unos pocos ejemplos, se han nutrido ampliamente de los hallazgos logrados con ese saber inédito que dio a Freud la posibilidad de formular hipótesis claves para pensar, por ejemplo, las lógicas de la masa, el origen de la cultura, de las religiones y de la ley simbólica, así como las particularidades de la relación entre la creación literaria y el fantaseo, entre otras tantas cuestiones. Hasta nuestros días, los efectos del psicoanálisis en su relación con otras disciplinas, a pesar de las resistencias que suele despertar en no pocas ocasiones, sigue dando cuenta de la riqueza del saber que su experiencia comporta.

Paradójicamente, la psicología es la disciplina que suele presentar mayores resistencias contra el psicoanálisis. Sin embargo, no debe ser algo que produzca extrañeza. Que la psicología asuma la pregunta por lo inconsciente requiere que sus pretensiones de ciencia positiva sean abandonadas, cuestión que equivale a interrogar el estatuto de su objeto. Ello significaría asumir la angustia de castración y reconocer la falta estructural que funda al sujeto y, dado que esto no es susceptible de sometimiento a predicciones ni a modos de control que sirvan a los fines de silenciar el malestar, resulta perturbador para los ideales del yo en los que la psicología pretende basar su cientificidad. El psicoanálisis es necesariamente subversivo pues se trata de una experiencia acerca de un saber articulado a la condición subversiva del sujeto.

John James Gómez G. 

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¡Qué poca humanidad hay a veces en ese “gran espíritu científico”!

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