miércoles, 14 de mayo de 2014


Fragmento del texto: “De la incomprensión y otros temas.” Lacan, J. (1971). En: Hablo a las paredes. Editorial Paidós. 2012. pp. 75 (Primera parte del comentario)

“El objeto a solo es un objeto en el sentido de que está ahí para afirmar que nada en el orden del saber deja de producirlo. Esto es algo completamente diferente a conocerlo.”

Comentario:

La invención lacaniana del “objeto a” permitió precisar el estatuto de la clínica psicoanalítica. Esto no significa que Freud haya errado por completo en su modo de articular una práctica sobre el saber inconsciente, pero es claro que sus dificultades fueron mayores, sobretodo cuando se encontró con lo que denominó fantasía que daba cuenta de un límite para la interpretación tal y como él la había concebido, a la vez que revelaba los efectos de la pulsión de muerte ligados a lo inconsciente en un sentido estructural, es decir, no-todo reprimido.

Con el objeto a, Lacan logró fundar la lógica por la cual es posible que la experiencia analítica no sea el recorrido por meros juegos imaginarios entre dos personas que se encuentran para recabar en la rememoración de las relaciones infantiles, tomando las imagos parentales como el objeto mismo; sino que con el objeto a se apunta a una experiencia en la que sea posible articular la dialéctica entre demanda y deseo, como también la pregunta por el goce. Esta diferencia constituye un punto crucial, pues mientras con los juegos imaginarios se promueve la identificación a los ideales, la adaptación, y con ello el padecimiento subjetivo que intenta silenciar lo real sin que se haya producido saber alguno sobre Ello, con la lógica del objeto a, se apunta al tratamiento de lo imposible de soportar para que el sujeto pueda devenir en un saber hacer con Eso. Así se constituye un modo de lectura de lo real, lo simbólico y lo imaginario, que se encuentran articulados por ese objeto que no puede ser conocido pero sí reconocido, por no ser un objeto positivo en el sentido sensible, pero en función del cual sí es posible producir un saber inédito si se le ubica en el lugar de semblante.

El psicoanálisis es una experiencia que no se trata del conocimiento. En muchas ocasiones se puede escuchar rondar el prejuicio de que para psicoanalizarse habría que conocer y entender la teoría psicoanalítica como si lo que estuviese en juego fuese algún tipo elaboración por vía de la ciencia positivista. Nada más lejos de la experiencia analítica, pues el saber sobre el cual ella trata es el de un objeto que no puede conocerse y el saber que sobre él puede producirse está articulado común (como un) lenguaje, es decir que se soporta en el decir del sujeto en su lengua y no en la que se exigiría desde algún ideal sobre lo que debería o no conocer. Basta que alguien esté habitado por el lenguaje para que la demanda que se dirige al Otro comience a producirse a la vez que se encuentra con la falta del objeto de deseo, siendo así que se revela lo irrealizable del deseo y lo que no puede escribirse, operaciones que se manifiestan como falta de saber, torsión de la verdad y como imposibilidad de la relación sexual. Cada vez que el saber se pone en juego, el objeto a se produce como aquello que señalaría que, allí, algo falta. 


John James Gómez G.

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