Fragmento del texto: “De la incomprensión y otros temas.”
Lacan, J. (1971). En: Hablo a las paredes. Editorial Paidós. 2012. pp. 75
(Primera parte del comentario)
“El objeto a solo es un objeto en el sentido de que está ahí
para afirmar que nada en el orden del saber deja de producirlo. Esto es algo
completamente diferente a conocerlo.”
Comentario:
La invención lacaniana del “objeto a” permitió precisar el
estatuto de la clínica psicoanalítica. Esto no significa que Freud haya errado
por completo en su modo de articular una práctica sobre el saber inconsciente,
pero es claro que sus dificultades fueron mayores, sobretodo cuando se encontró
con lo que denominó fantasía que daba cuenta de un límite para la
interpretación tal y como él la había concebido, a la vez que revelaba los
efectos de la pulsión de muerte ligados a lo inconsciente en un sentido
estructural, es decir, no-todo reprimido.
Con el objeto a, Lacan logró fundar la lógica por la cual es
posible que la experiencia analítica no sea el recorrido por meros juegos
imaginarios entre dos personas que se encuentran para recabar en la
rememoración de las relaciones infantiles, tomando las imagos parentales como
el objeto mismo; sino que con el objeto a se apunta a una experiencia en la que
sea posible articular la dialéctica entre demanda y deseo, como también la
pregunta por el goce. Esta diferencia constituye un punto crucial, pues
mientras con los juegos imaginarios se promueve la identificación a los
ideales, la adaptación, y con ello el padecimiento subjetivo que intenta
silenciar lo real sin que se haya producido saber alguno sobre Ello, con la
lógica del objeto a, se apunta al tratamiento de lo imposible de soportar para
que el sujeto pueda devenir en un saber hacer con Eso. Así se constituye un
modo de lectura de lo real, lo simbólico y lo imaginario, que se encuentran
articulados por ese objeto que no puede ser conocido pero sí reconocido, por no ser un objeto
positivo en el sentido sensible, pero en función del cual sí es posible
producir un saber inédito si se le ubica en el lugar de semblante.
El psicoanálisis es una experiencia que no se trata del
conocimiento. En muchas ocasiones se puede escuchar rondar el prejuicio de que
para psicoanalizarse habría que conocer y entender la teoría psicoanalítica
como si lo que estuviese en juego fuese algún tipo elaboración por vía de la
ciencia positivista. Nada más lejos de la experiencia analítica, pues el saber
sobre el cual ella trata es el de un objeto que no puede conocerse y el saber
que sobre él puede producirse está articulado común (como un) lenguaje, es
decir que se soporta en el decir del sujeto en su lengua y no en la que se
exigiría desde algún ideal sobre lo que debería o no conocer. Basta que alguien
esté habitado por el lenguaje para que la demanda que se dirige al Otro
comience a producirse a la vez que se encuentra con la falta del objeto de
deseo, siendo así que se revela lo irrealizable del deseo y lo que no puede
escribirse, operaciones que se manifiestan como falta de saber, torsión de la
verdad y como imposibilidad de la relación sexual. Cada vez que el saber se pone en juego, el objeto a se produce como aquello que señalaría que, allí, algo falta.
John James Gómez G.
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