viernes, 25 de abril de 2014

Fragmento del texto: “Los Dos Narcisismos”. Lacan, J. (1953-1954). En: Los Escritos Técnicos de Freud, El Seminario, libro 1. Editorial Paidós. 1984. pp. 193. (Segunda parte del comentario).

“Observen ustedes que es preciso diferenciar las funciones del Yo –por una parte desempeñan para el hombre, como para todos los demás seres vivos, un papel fundamental en la estructuración de la realidad- por otra, debe pasar en el hombre por esa alienación fundamental que constituye la imagen reflejada de sí mismo que es el Ur-Ich; forma originaria tanto del Ich Ideal como de la relación con el otro.”

Comentario:

La realidad es la lectura. Con esta afirmación indicamos una imposibilidad, a saber, la aprehensión de la realidad tal cual ella sería, la cosa misma, en su estado puro. A la luz de tal perspectiva, la oposición entre realidad objetiva y realidad psíquica pierde su sentido pues, por definición, lo que llamamos realidad sería lectura de lo imposible de aprehender y que, de acuerdo con Lacan, es llamado “lo real”. La diada en juego deviene, en tal caso, realidad/real, siendo lo primero todo modo de intento por asir lo real y, lo segundo, lo real, el acontecimiento que siempre retorna anunciando que la lectura, por más precisa que parezca, siempre es incompleta, algo escapa y por ello vuelve al mismo lugar, es decir, al lugar de lo no sabido, imposible de leerse y, por tanto, de escribirse. Esta afirmación, la realidad es la lectura, cuenta con valor axiomático y resulta fundamental para comprender la lógica del inconsciente descubierto por Freud.

Difícilmente el Yo se percata de tal imposibilidad pues supone, en su ilusión narcisista, que la lectura que hace es infalible. Esta cuestión, singular, es susceptible de encontrarse en los modos en que por vía de la fantasía primordial sirven de clave de lectura, y por los cuales los neuróticos realizan reiteradamente operaciones fallidas que revelan, una y otra vez, lo imposible de asir, lo real. Pero, de manera sumamente interesante, esto también acontece en el campo de las ciencias, incluso en aquellas que suponen tener la clave de lectura por excelencia en la matemática. Así, a pesar de los esfuerzos inconmensurables, siempre aparece la falla, el agujero que hace imposible la lectura plena de lo real, lo que se manifiesta en hechos como la inconsistencia paradójica, hasta ahora insalvable, entre la física relativista y la mecánica cuántica, siendo ambas verdaderas pero, al mismo tiempo, contradictorias, lo que indicaría que una de las dos, o las dos, deberían ser falsas o estar erradas. Igualmente ocurre con el Principio de Incertidumbre de Heisenberg que demuestra que es imposible captar, al mismo tiempo, la velocidad y la posición de la partícula o, en el caso de las matemáticas, la demostración del teorema de Gödel  acerca de la incompletitud matemática. Es evidente que, ni siquiera la soñada cientificidad, escapa a ley: “no hay relación sexual”. 

La realidad es pues una lectura siempre ficcionada de lo real imposible de saber, y tal ficción es producida por el lenguaje. Lo paradójico radica en que sin el lenguaje ni siquiera tendríamos noticia alguna de que hay real y, sin embargo, a pesar de ello, el lenguaje no permite captar lo real mismo pues, al realizar la lectura, el producto es un artificio simbólico, imposibilidad que se sostiene incluso a pesar de que, con las matemáticas, se intente prescindir de lo imaginario. 


John James Gómez G.

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¡Qué poca humanidad hay a veces en ese “gran espíritu científico”!

 “Se abre paso la vida con la misma terquedad con la que una plantita minúscula es capaz de rajar el suelo de hormigón para sacar la cabeza....