Fragmento del texto: “Los Dos Narcisismos”. Lacan, J.
(1953-1954). En: Los Escritos Técnicos de Freud, El Seminario, libro 1.
Editorial Paidós. 1984. pp. 193. (Primera parte del comentario).
“Observen ustedes que es preciso diferenciar las funciones
del Yo –por una parte desempeñan para el hombre, como para todos los demás
seres vivos, un papel fundamental en la estructuración de la realidad- por
otra, debe pasar en el hombre por esa alienación fundamental que constituye la
imagen reflejada de sí mismo que es el Ur-Ich; forma originaria tanto del Ich
Ideal como de la relación con el otro.”
Comentario:
Suponer plena novedad a los modos en que se manifiesta la
condición de la subjetividad en las denominadas redes virtuales, implica el
olvido de la lógica y la estructura misma del Yo en tanto proyección imaginaria
del sujeto. La ojos desorbitados de la mayoría ante los avances tecnológicos,
se obnubilan fácilmente y pierden de vista una cuestión fundamental, a saber,
que el Yo es, ante todo, una imagen virtual. En tal sentido, resulta necesario
llamar la atención acerca de que, la denominación de “virtualidad” vinculada
con el ciberespacio, no debe hacernos caer en la ingenuidad de suponer que
habría algún lugar en que el Yo fuese no-virtual.
Freud descubre, prontamente, que el Yo constituye ante todo
un modo ilusorio de unificación de las pulsiones parciales. Tal carácter
ilusorio radica, precisamente, en que se trata de la unificación dada a través
de la producción de una imagen ideal en su articulación con el significante
pero que, a nivel estructural, conserva la herida narcisista pues, el cuerpo,
se encuentre fragmentado en función de los agujeros pulsionales y de las
parcialidades del goce. Fue por ello que, al percatarse de que el Yo estaba
también investido libidinalmente, la división entre pulsiones sexuales y
pulsiones yoicas perdía su sentido. Así, la nueva dualidad resultante será
entre pulsión de vida y pulsión de muerte, a partir de 1920.
Sin embargo, Freud no contaba con las categorías: “real”,
“simbólico” e “imaginario”, de las que posteriormente se serviría Lacan para
expresar la articulación de las consistencias de la realidad que ya no
sostendría la oposición entre “realidad objetiva” y “realidad psíquica”,
postulada otrora por Freud. La realidad se ordena a través de dichas
consistencias, con la peculiaridad de la ilusión unificada del Yo, en tanto, Yo
Ideal, es decir, modo en que se expresa dicha ilusión de unidad, y también de
que esa imagen ideal se pone en juego en las tramas de intercambios imaginarios
con otros Yo Ideales. Es así que, desde Lacan, el Yo y el Sujeto, serán dos
nociones articuladas entre sí pero no idénticas, pues el Yo se sostiene como
proyección imaginaria del sujeto, en tal sentido, la imagen del Yo Ideal es
siempre virtual, allí se ubica la función fundamental que sirve como velo de lo real a partir de la producción de la i(a).
John James Gómez G.
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