miércoles, 9 de abril de 2014

Fragmento del texto: El Psicoanálisis y su Enseñanza”. Lacan, J. (1957). Escritos 1. Editorial Paidós, 2ª ed. pp. 418. 2008. 

“Y en efecto a lo que nos remite el descubrimiento de Freud es a la enormidad de ese orden en que hemos entrado, en el que, si así puede decirse, hemos nacido por segunda vez, saliendo del estado nombrado con justicia infans, sin palabra: o sea el orden simbólico constituido por el lenguaje, y el momento del discurso universal concreto y de todos los surcos abiertos por él hasta ahora en los que hemos tenido que acomodarnos.”

Comentario:

Suponer el innatismo del lenguaje es desconocer la lógica misma de lo que corresponde al sujeto. Quienes adoptan tal supuesto, aquellos que predican un paradigma en el que solo la rex extensa cuenta, olvidan que la carne no es cuerpo pues aquel que habla se percata, con gran facilidad, de que toma a su cuerpo como una posesión. De allí la idea medieval de que el cuerpo pudiese ser poseído por otra cosa, otro ser, en tal caso maligno. No se trata de una metáfora. Tener un cuerpo implica reconocer que, en la medida en que hay lenguaje, se introduce la interrogación acerca de cuál será el destino de ese cuerpo, como también se hace manifiesto el peso que supone tener que llevarlo de un lado a otro, desplazarlo; lo que hace preguntarse hasta qué punto las redes virtuales no servirían a los fines de una ilusión de liviandad por la cual podría viajarse sin tener que cargar demasiado con el peso de ese cuerpo, no solo por la carne sino, sobre todo, por que el lenguaje (que hace cuerpo por su incorporación en la carne) pesa más que cualquier otra cosa, tanto por el deseo y el goce que se juegan a partir de él, como por los imperativos vinculados con las demandas de la cultura que sostienen ideales con los que se desprecian algunos cuerpos, mientras se alaban otros. Basta hacer mención de los modos de segregación sexual y racial que no dejan de operar en la lógica de lazo humano.  Ni siquiera las manos se salvan de tal segregación, pues la derecha será la correcta y, la otra, la siniestra, también llamada izquierda.

Que el lenguaje se incorpore en la carne no es lo mismo que suponer que él sería mero contenido. Es por ello que el símil actual en el que se toma al ser humano por una computadora en la que el sistema nervioso central (SNC) sería el hardware y el lenguaje el software, reduciendo la experiencia subjetiva al procesamiento de información que acontece entre una entrada (input) y una salida (output), no podría ser más delirante, como lo muestra Bart Kosko en su texto “El futuro borroso o el cielo en chip”, según lo cual sería posible transferir toda la información de un disco duro (SNC) a otro (cerebro de silicio), olvidando así que la relación entre la carne y el lenguaje no es de continente contenido, sino, de una fusión (alienación) que solo da paso a la separación por la pregunta acerca de lo que falta, es decir, por la imposibilidad de reencuentro con el objeto primordial, pues, el efecto de la fusión es un resto, una pérdida irrecuperable. Ese efecto no es información alguna, sino, agujero causal de la pregunta por la falta en ser que mueve al deseo y que busca el goce, por el hecho mismo de que se tiene un cuerpo. Así, el delirio informático de tomar al ser humano por computadora, no está lejos del sueño religioso de suponer la inmortalidad del alma, en el caso de Kosko, por vía del alma-cenamiento de información; se olvida con ello que entre soma y psique no hay separación sino, continuidad, tal como Freud lo expresó corrigiendo, con su concepto Trieb (pulsión), las dificultades provocadas por la dualidad cartesiana de rex extensa y rex cogitans.

John James Gómez G. 

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