Fragmento del texto: De una cuestión preliminar a todo
tratamiento posible de la psicosis. Lacan, J. (1957-1958). En: Escritos 2.
Editorial Paidos, 2ª ed. 2011. pp. 520.
“Una técnica deshabitada se supone que sería por ello mismo
más capaz de “milagros” –si no fuese el conformismo por añadidura que reduce
sus efectos a los de una mescolanza de sugestión social y superstición
psicológica.”
Comentario:
Es cada vez más evidente que con el advenimiento de la
modernidad y de la ciencia, la técnica devino deshabitada. Ejemplo bastante
ilustrativo fue el paso de la artesanía a la producción en serie. En la
primera, el artesano estaba impreso como significante en aquello mismo que
creaba, reconociendo las particularidades de cada una de sus obras, pues nunca
había una igual a la otra, incluso en
aquellos casos en que la imitación fuese el objetivo. En la segunda, el producto se liga a un
significante que opera como marca registrada con la cual el sujeto queda
excluido. Piensen por ejemplo en los millares de chinos que trabajan a los
fines capitalistas de un “imperio” que se supone comunista y que da cuenta de
que la técnica no tiene otro sentido que el de una repetición con la que se
busca elidir la diferencia. Que los
oficios hayan devenido meras "profesiones" ha llevado a que las
cosas se hagan en serie pero ya casi nunca en serio.
Tal vez no haya siquiera un campo en el que tal modo de
producción y uso deshabitado de la técnica no sea ya el eje de su
movimiento. De un lado está la
producción de objetos de consumo que tienen en su maquinaria, ella misma efecto
de un cierto modo del significante, su aparente causalidad. De otro, se
encuentran los servicios que parecen menos seguros en cuanto al reconocimiento
de sus propios fundamentos, lo que acarrea
un estado casi de acritud en su estructura y de acrimonia en su modo de lazo.
Entre “tales servicios” se ven purular como espuma a las
psicoterapias de las cuales no vamos a excluir al psicoanálisis aunque
reconozcamos que, de ser tomado en serio, su estatuto tendría que ser otro distinto
al de la producción en serie y al del servicio acrinómico. Técnicas que abundan
soportadas en estándares en las que se funda una fe más ciega que la de
cualquier fanático religioso pues se atribuye a ellas la vacua certeza que otorga
la ilusión obnubilante de la llamada “cientificidad”. El sujeto es silenciado
con la técnica y trata de reducirse al campo de una serie de respuestas que serían
consideradas “normales” en el sentido de aquel que se ubica en el cobijo de una
campana de Gauss. No importa cuan feroz retorne por sus desvíos lo imposible de
soportar, la técnica deshabitada ahoga el grito del sujeto que no deja de pujar
por hacerse escuchar por cada poro, prueba de ello dan en su sentido más
literal las alergias que no deben confundirse por anagrama con alegrías.
La causalidad en los servicios se supone material en el sentido de El Capital de Marx, a los ojos del capitalista, y una suerte de causalidad eficiente
a los ojos del que usa la técnica como artilugio indiscriminado. La “sugestión
social” y la “superstición psicológica” hacen pensar que es posible programar
las neuronas para que eviten los efectos de lalengua.
Todos corren tras soluciones que prometen una salida fácil a la agonía derivada
del hecho de que no hay completitud alguna y que en el origen de la estructura
no hay más que agujero. Sin-sentido insoportable que las técnicas tratan de
desalojar prometiendo curas garantizadas para algo que no es enfermedad sino
condición misma de la estructura del sujeto y que hace de él algo subversivo. Se desconoce en todo ello lo real y la causalidad material del significante dejando a la deriva la responsabilidad misma de aquel que en tal caso, sin saberlo aunque lo sepa, es habitante de un mundo que le es ajeno aunque le sea constituyente.
John J. Gómez G.
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