Fragmento del texto: “Sobre la iniciación del tratamiento
(Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis, I)”. Freud, S. (1913). En
Obras Completas, Vol. XII. 1979. pp. 131. [Cuarta parte del comentario]
“La abreviación de la cura analítica sigue siendo un deseo
justificado cuyo cumplimiento, como veremos, se procura por diversos caminos.
Por desgracia, un factor de mucho peso se les contrapone: unas alteraciones
anímicas profundas sólo se consuman con lentitud; ello sin duda se debe, en
última instancia, a la «atemporalidad» de nuestros procesos inconscientes.”
Comentario:
Y bien, de acuerdo con lo dicho hasta ahora, si el tiempo no
es la entropía, aunque la intuición conlleve fácilmente a la confusión entre lo
uno y lo otro, cometeríamos un error fundamental si creyésemos que, cuando de
lo inconsciente se trata, habría un pasado y un futuro que avanzan
unidireccionalmente. Precisamente, lo que la experiencia clínica en
psicoanálisis ha mostrado es que no ocurre de tal manera, no hay un tiempo en
el sentido de una línea unidireccional, sino, al menos, dos tiempos que guardan
una relación regrediente. Esta última cuestión, que hace todavía más compleja
la comprensión del problema del tiempo aquí esbozado, es la que se pone en
evidencia con la condición de àpres coup que Freud expresó con la palabra
“nachträglich”. Ella implica que el tiempo, en cuanto inconsciente, solo tiene
valor por su retroacción o, dicho de manera más precisa, es solo porque se
produce un segundo tiempo que existe un primero. Esta lógica, nada amistosa
para la intuición, echa por tierra cualquier ideal acerca de la posibilidad de
hallar el origen primero de las cosas y nos introduce en la condición
paradójica del tiempo que, en las denominadas ciencias naturales, la mecánica
cuántica ha podido demostrar.
Así las cosas, tanto la sesión analítica como el análisis
mismo en tanto experiencia clínica se enfrentan a una imposibilidad lógica si
son tratados como cronologías. No obstante, los postfreudianos apostaron por el
estándar, no solo en cuanto a la duración de las sesiones sino también de la
formación analítica, cuestión que, por definición, niega esa propiedad
particular de lo inconsciente tal y como Freud la halló en la lógica de su
trabajo. Este desvío revela la dificultad para salir de la pregnancia del campo
intuitivo, es decir, de lo que más adelante Lacan llamaría “lo imaginario”. Es
cierto que la mecánica cuántica apenas veía la luz por aquella época, pero
también es cierto que los seguidores de Freud poco frecuentaban otras
disciplinas, mucho menos estaban al tanto de los avances de las teorías que les
permitieran estar a la altura de la subjetividad de su época. Habían hecho del
psicoanálisis una disciplina endogámica, y todos se preocupaban más por superar
a Freud que por entender su descubrimiento, razón por la cual la perspectiva
lacaniana los tomó por sorpresa y puso rápidamente en evidencia las
inconsistencias de sus formulaciones.
John James Gómez G.
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