miércoles, 10 de diciembre de 2014

Fragmento del texto: “Sobre la iniciación del tratamiento (Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis, I)”. Freud, S. (1913). En Obras Completas, Vol. XII. 1979. pp. 131. [Cuarta parte del comentario]

“La abreviación de la cura analítica sigue siendo un deseo justificado cuyo cumplimiento, como veremos, se procura por diversos caminos. Por desgracia, un factor de mucho peso se les contrapone: unas alteraciones anímicas profundas sólo se consuman con lentitud; ello sin duda se debe, en última instancia, a la «atemporalidad» de nuestros procesos inconscientes.”

Comentario:

Y bien, de acuerdo con lo dicho hasta ahora, si el tiempo no es la entropía, aunque la intuición conlleve fácilmente a la confusión entre lo uno y lo otro, cometeríamos un error fundamental si creyésemos que, cuando de lo inconsciente se trata, habría un pasado y un futuro que avanzan unidireccionalmente. Precisamente, lo que la experiencia clínica en psicoanálisis ha mostrado es que no ocurre de tal manera, no hay un tiempo en el sentido de una línea unidireccional, sino, al menos, dos tiempos que guardan una relación regrediente. Esta última cuestión, que hace todavía más compleja la comprensión del problema del tiempo aquí esbozado, es la que se pone en evidencia con la condición de àpres coup que Freud expresó con la palabra “nachträglich”. Ella implica que el tiempo, en cuanto inconsciente, solo tiene valor por su retroacción o, dicho de manera más precisa, es solo porque se produce un segundo tiempo que existe un primero. Esta lógica, nada amistosa para la intuición, echa por tierra cualquier ideal acerca de la posibilidad de hallar el origen primero de las cosas y nos introduce en la condición paradójica del tiempo que, en las denominadas ciencias naturales, la mecánica cuántica ha podido demostrar.

Así las cosas, tanto la sesión analítica como el análisis mismo en tanto experiencia clínica se enfrentan a una imposibilidad lógica si son tratados como cronologías. No obstante, los postfreudianos apostaron por el estándar, no solo en cuanto a la duración de las sesiones sino también de la formación analítica, cuestión que, por definición, niega esa propiedad particular de lo inconsciente tal y como Freud la halló en la lógica de su trabajo. Este desvío revela la dificultad para salir de la pregnancia del campo intuitivo, es decir, de lo que más adelante Lacan llamaría “lo imaginario”. Es cierto que la mecánica cuántica apenas veía la luz por aquella época, pero también es cierto que los seguidores de Freud poco frecuentaban otras disciplinas, mucho menos estaban al tanto de los avances de las teorías que les permitieran estar a la altura de la subjetividad de su época. Habían hecho del psicoanálisis una disciplina endogámica, y todos se preocupaban más por superar a Freud que por entender su descubrimiento, razón por la cual la perspectiva lacaniana los tomó por sorpresa y puso rápidamente en evidencia las inconsistencias de sus formulaciones.

John James Gómez G. 

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