viernes, 13 de junio de 2014

Fragmento del texto: “Sobre la iniciación del tratamiento”. Freud, S. (1913). En: Obras Completas, vol. XII. Amorrortu Editores. 1979. pp. 132-133. (Primera parte del comentario). 

“…el hombre de cultura trata los asuntos de dinero de idéntica manera que las cosas sexuales, con igual duplicidad, mojigatería e hipocresía. Entonces, de antemano está resuelto a no hacer otro tanto, sino a tratar las relaciones monetarias ante el paciente con la misma natural sinceridad en que pretende educarlo para los asuntos de la vida sexual.”

Comentario:

Entre los obstáculos que desde la neurosis se oponen al ingreso en la experiencia analítica, se encuentra el dinero. El Yo desconoce que dicho objeto cuenta con una valía sexual; se vincula directamente con la pulsión y, particularmente, con los modos de retención y expulsión, como también un valor fálico. Así, uno de los fenómenos clave en el trabajo analítico es el modo en que quien enuncia su queja, se sirve del dinero sosteniendo su modo particular de goce, desde quien intenta continuar su deuda obsesiva en el espacio de la experiencia analítica, hasta aquel que enunciando una supuesta falta de interés por el dinero, pierde de vista que el “pagar” pone en juego su división subjetiva, llegando a servirse del dinero como medio para vacilar en su intención de analizarse. Ante ello, el analista no puede ser sordo. Será necesario maniobrar, pues solo así el Yo estará exhortado a elegir, bien postergar su desconocimiento y renunciar al análisis, bien ceder un poco de ese goce para interrogar la verdad que allí lo atañe y decidirse, al fin, a permitir el advenimiento del sujeto del inconsciente para dilucidar su posición en relación a su responsabilidad en aquello de lo que se queja.

En la sociedad moderna, capitalista, el dinero es un objeto de particular interés cuando del padecimiento subjetivo se trata. En el discurso capitalista el dinero deviene un objeto con el que se sueña podría taponarse la falta, perdiendo así su valor de cambio y tornándose, entonces, señuelo que obnubila al Yo y sirve como catalizador a su posición de servidumbre. “Por la plata baila el perro” (o "el mono", según la región), es uno de los adagios populares que hablan de la servidumbre del Yo. Y es que la ingenua ilusión de que el dinero permitiría acceder a un goce pleno, es equivalente al desconocimiento de que no hay relación sexual o de que no existe LA Mujer. En este orden de ideas, los modos en que se articulan las quejas en torno al dinero, bien pueden ser operaciones que sirven a los fines de sostener las dos formas de desconocimiento mencionadas. Así pues, no es difícil constatar la falaz creencia popular de que los ricos no necesitarían analizarse y que los pobres nos tendrían con qué hacerlo; se trata de un prejuicio por puro desconocimiento de las lógicas del goce cuando del dinero se trata.

John J. Gómez G.

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¡Qué poca humanidad hay a veces en ese “gran espíritu científico”!

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