viernes, 24 de enero de 2014

Fragmento del texto: “Contribuciones a la historia del movimiento psicoanalítico.” Freud, S. (1914). En: Obras Completas, vol. XIV. Amorrortu Editores. 1979. Pág. 19.

“La interpretación de los sueños me sirvió de consuelo y apoyo en esos difíciles años iniciales del análisis, cuando tuve que dominar técnica, clínica y terapia de las neurosis, todo a un tiempo; estaba entonces enteramente aislado, en medio de una maraña de problemas, y a raíz de la acumulación de dificultades temía a menudo perder la brújula y la confianza en mí mismo.”

Comentario:

1900 es el año de aparición de “La interpretación de los sueños” (Die traumdeutung), con la cual se asume el inicio de la disciplina llamada “psicoanálisis”, pero, ¿por qué habría de ser así? 

Es claro que la intención de interpretar sueños ha estado presente desde hace milenios entre las prácticas conocidas de las diferentes civilizaciones humanas. Los modos han sido muchos, todos ellos cargados de alguna atribución mística y, sobretodo, orientados hacia el conocimiento de un futuro incierto que tendría en el sueño la posibilidad de ser predicho. Lo común en todas esas formas de interpretación, más allá de que se le atribuyese algún carácter "sobrenatural", parecía ser la comprensión de las imágenes del sueño como alusiones, incluso como modos metafóricos de algo que comprometía algún tipo de saber.

Freud inicia su estudio de los sueños, en buena medida, por su interés en el campo de lo psíquico que, desde muy temprano, lo llevó a tomar rutas alternas a las que sus estudios en medicina y neurología lo conducían. Por otra parte, su aprendizaje acerca de la hipnosis y su falta de habilidad para aplicarla, le llevaron a buscar caminos diversos que le permitieran acercarse a ese “grupo psíquico segundo” que se revelaba como fundamental en los principios sintomatológicos de la histeria en particular y de las neurosis en general. Si bien es cierto que poco a poco logró establecer la asociación libre como técnica fundamental, fue por medio del sueño que pudo desentrañar una comprensión posible de los mecanismos que operan como claves de las operaciones psíquicas, a saber, la condensación y el desplazamiento.

Dedicó más de la mitad de la década de 1890 a realizar un estudio detallado, casi antropológico, del sueño y su interpretación en las diferentes culturas con tal de procurarse medios que le permitieran reconocer los aspectos diferenciales que él mismo comenzaba a encontrar al servirse del sueño como medio para acceder, prescindiendo de la hipnosis, a ese grupo psíquico segundo, también llamado “inconsciente”. Fue gracias a ese trabajo, aunado a la experiencia que el abordaje clínico de los casos, así como su agudeza en la escucha y su amplio conocimiento de la filosofía y las ciencias en general, que pudo formular lo que se llamó “primera tópica” y que funda el primer modelo espacio/temporal de lo psíquico, propuesto por Freud. Evidentemente cuenta con gran importancia para una tarea tal, el descubrimiento que Champollion había realizado de la piedra bautizada “Rosseta” en la cual se ponía en evidencia que los jeroglíficos egipcios podían ser leídos más allá de la idea generalizada, hasta el momento, de que consistían en imágenes alusivas que representaban cosas y no como una escritura que pudiese ser leída. Champollion descubrió que en el caso de los jeroglíficos egipcios las imágenes  son escritura, cuestión velada para los occidentales dada la naturaleza alfabética de nuestra escritura, pero evidente para los orientales que siempre han tenido una relación con la escritura que implica las sutilezas del arte y la complejidad de las formas conjuntas a la manera de imágenes, cosa hasta hoy harto evidente en lenguas como el mandarín, para citar solo un ejemplo, y que ante nuestros ingenuos ojos parecen, cuando mucho, curiosas figurillas. Freud se propuso entonces estudiar si las imágenes del sueño podían ser también leídas, es decir, si ellas daban cuenta de un texto que podía ser leído y, como tal, interpretado, más allá de cuestiones místicas y premonitorias. En tal esfuerzo encuentra que el sueño es un acto psíquico de pleno derecho.

Así, descubre que el sueño cuenta con diversas fuentes, de las cuales la primordial es el deseo, siempre inconsciente, y que ese escenario que el sueño propicia articula aquello de ese deseo que durante el estado de vigilia es reprimido para que no se haga consciente pues de hacerlo resultaría perturbador para la consciencia. Se trataba pues de un mecanismo homólogo al que acontecía en la formación del síntoma histérico a partir del conflicto entre representaciones y que llevaba al esfuerzo de desalojo de una de ellas hacia lo inconsciente y al divorcio entre la representación y el monto de afecto.

Así, Freud encuentra en el sueño el medio para escribir la lógica inicial en la que se fundan la teoría y la práctica analítica, tomando el inconsciente como un texto a ser leído. De allí que Lacan indique que la interpretación de los sueños es el medio clave para comprender la lógica psicoanalítica, incluso señala que es allí, en esa primera tópica, donde se encontrará su topología. Sin embargo, Lacan no se refiere en sí al acto de interpretar sueños,  lo que no significa que ello no haga parte de la práctica del analizante ante la escucha del analista, sino del libro de la interpretación de los sueños como tal, en tanto eslabón fundamental que hace existir al psicoanálisis propiamente dicho, ofreciendo los medios y las claves para la aproximación a la lectura de lo inconsciente.

John James Gómez G.

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