Fragmento del texto: El chiste y su relación con lo
inconsciente. Freud, S. (1905). En: Obras Completas, vol. VIII. Amorrortu
Editores, 1986, págs. 125 y 127.
“Pues bien, la técnica peculiar del chiste y exclusiva de él
consiste en su procedimiento para asegurar el empleo de estos recursos dispensadores
de placer contra el veto de la crítica, que cancelaría ese placer.”
“El pensamiento busca el disfraz de chiste
porque mediante él se recomienda a nuestra atención, puede parecemos así más
significativo y valioso, pero sobre todo porque esa vestidura soborna y
confunde a nuestra crítica.”
Comentario:
Una de las obras más maravillosas de Freud es, sin duda, El chiste y su relación con lo inconsciente.
Constituye, al igual que La
interpretación de lo sueños, un sobresaliente ejemplo de lo que suele
llamarse “investigación”, en el sentido de un informe detallado acerca de un
objeto de estudio que es llevado desde sus manifestaciones en el campo de la
doxa o como problemática social (objeto percibido, diría Bourdieu), pasando por
la ruptura epistemológica que implica el reconocimiento de los antecedentes científicos
y la lógica propia y necesaria para la formulación de un objeto de estudio
(objeto construido), hasta dar cuenta de los hallazgos y conclusiones más
relevantes derivados de un estudio riguroso del mismo (objeto conquistado). En este sentido, contrario a lo que a veces podría suponerse cuando se ataca al psicoanálisis
desde el positivismo, si hubo alguien, a finales del siglo XIX y principios de XX, que se
esmeró por hacer investigación rigurosa, incluso en el sentido positivista, fue
Freud. Lean con ojos de
investigadores al menos los dos textos que les menciono y no se sentirán decepcionados ante la rigurosidad,
sistematicidad y lógica del abordaje freudiano.
Por otra parte, El
chiste y su relación con el inconsciente pone al descubierto lo más propio del
saber por el cual su efectividad nos produce tanta satisfacción. Freud recorrió
un largo camino desentrañando los aspectos técnicos del chiste y,
especialmente, aquellos que propician la ganancia de placer que deriva tanto de
contarlo como de escucharlo. Reconoció aspectos técnicos compartidos con otras
formaciones culturales pero, poco a poco, llegó a revelar su estatuto como
formación del inconsciente. Al igual que el sueño, el chiste constituye un acto psíquico de pleno derecho.
Lo que Freud adjudica como más propio del chiste, en cuanto
asegura una técnica efectiva para el uso de los recursos dispensadores de placer,
es que logra eludir el veto de la crítica que cancelaría el placer. En ese
sentido, es improbable que exista un chiste “políticamente correcto”, como suele llamarse
en nuestros días a las argucias de los más inmorales moralistas para asegurar
su popularidad a pesar de su pusilanimidad. Es algo que también ha hecho notar
Slavoj Žižek. Si el chiste se acoge al lenguaje “políticamente correcto” quedará
sometido al veto de la crítica y, como tal, habrá perdido aquello que le es más
constituyente. Por tanto, si es políticamente correcto no es un chiste; de allí
que lo políticamente correcto pueda, en ocasiones, convertirse en un mal chiste
que muchos quieren contar mientras atacan agresivamente en privado lo que aparentan respetar en
público.
John James Gómez G.
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