viernes, 5 de febrero de 2016

Fragmento del texto: Función y Campo de la Palabra y del Lenguaje en Psicoanálisis. Lacan, J. (1953). En: Escritos 1. Siglo XXI Editores. 2ª edición. 2008. Pág. 259. [Segunda parte del comentario]
 
“Es en la versión del texto donde empieza lo importante, lo importante de lo que Freud nos dice que está dado en la elaboración del sueño, es decir, en su retórica. Elipsis y pleonasmo, hiperbatón o silepsis, regresión, repetición, aposición, son tales los desplazamientos sintácticos, metáfora, catacresis, antonomasia, alegoría, metonimia, sinécdoque, las condensaciones semánticas, en las que Freud nos enseña a leer las intenciones ostentatorias o demostrativas, disimuladoras o persuasivas, vengativas o seductoras, con las que el sujeto modula su discurso onírico.”

Comentario:

¿Cómo tomar la indicación de Lacan acerca de que “es en la versión del texto donde empieza lo importante”? Recordemos a Freud. Su apuesta por hacer una psicología de ciencia natural, tal como lo manifestó en su “Proyecto de Psicología”, redactado en 1895 y publicado después de su muerte podría considerarse, hasta cierto punto, un feliz fracaso. Lo vemos esforzarse por describir de manera detallada cuáles serían los procesos y cuáles los sistemas de neuronas que explicarían los fenómenos propios de lo psíquico. Poco a poco, su esfuerzo, según él mismo manifiesta, comenzó a convertirse en un “calvario”:

Me ha ocurrido algo curioso con mi ϕψω. Tan pronto hube proclamado mi sensacional novedad y requerido tus felicitaciones por haber trepado las primeras cuestas, me encontré ante nuevas dificultades. Descubrí que mi aliento no alcanzaba para la nueva tarea. Así pues, me resolví sin cavilar: arrojé todo el abecedario y me persuadí de que no me interesaba para nada». Y más adelante, en la misma carta: «La psicología es realmente un calvario para mí; jugar a los bolos o juntar hongos en el campo son, por cierto, cosas mucho más sanas. Después de todo, yo sólo pretendía explicar la defensa, pero hallé que eso me llevaba a explicar algo que pertenece al núcleo de la naturaleza. He tenido que elaborar los problemas de la cualidad, el dormir, la memoria: en suma, la psicología entera. Ahora no quiero saber más nada de esto»”.  (Freud, 1895, págs. 326-327 ).

Su esfuerzo por hacer de la teoría de las neuronas, las barreras de contacto y el punto de vista biológico, la ruta excelsa para acceder al conocimiento de lo anímico, se vio perturbado por la necesidad de explicar fenómenos como el sueño o el deseo que escapan sin miramientos de los confines de las dendritas y los axones. Así, al llegar a la segunda parte de su “Proyecto”, dedicada a la clínica, su sueño de hacer una psicología de ciencia natural se convierte en una maraña de redes de palabras, que se tejen para explicar el síntoma fóbico de Emma, por ejemplo. Entonces, tal como se constata en su “Interpretación de los sueños” (1900), en “Psicopatología de la vida cotidiana” (1900), y en adelante en la mayor parte de sus elaboraciones, Freud  se vio llevado a sustituir sus redes de neuronas por redes de significantes. Lo importante, entonces, en principio, es el texto, cuestión harto demostrada por Freud. No hay otra materialidad que la versión del texto y es ella la que constituye la efectividad del síntoma, el goce, el deseo y todo aquello que denuncia que más allá de los límites de las ilusiones yoicas del total dominio de sí, hay Otro escenario. Otra razón tanto más efectiva que las imaginerías acerca de que, en algún lugar, habría alguien que garantice la plenitud, la completitud, la ausencia de conflicto, la felicidad completa, o cualquier otro rostro de la insensatez humana.

John James Gómez G. 

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