viernes, 21 de agosto de 2015

Segundo fragmento del texto: “Sobre la iniciación del tratamiento”. Freud, S . (1913). En: Obras Completas, vol. XII. Amorrortu Editores. 1986. pp. 132. [Segunda parte del comentario]

"El analista no pone en entredicho que el dinero haya de considerarse en primer término como un medio de sustento y de obtención de poder, pero asevera que en la estima del dinero coparticipan poderosos factores sexuales. Y puede declarar, por eso, que el hombre de cultura trata los asuntos de dinero de idéntica manera que las cosas sexuales, con igual duplicidad, mojigatería e hipocresía."

Comentario:

Entonces, si considero erróneo el establecimiento de una tarifa estándar para todos los casos, ¿cómo saber cuánto cobrar? De nuevo aparece como principio fundamental la orientación por vía del caso por caso. Es sabido que en el psicoanálisis la estandarización implica un desconocimiento radical de la singularidad del caso y de lo enigmático que surge como acontecimiento del sujeto, es decir, de la causalidad psíquica que pone en juego el saber inconsciente. Esto es de suma importancia. 

Reconocer el valor singular que para cada uno tiene el dinero como objeto pulsional hace parte de la experiencia psicoanalítica; no sólo del lado de la persona que llega solicitando ser escuchada, sino también de quien oferta su escucha como psicoanalista, razón por la cual el dinero tendría que haber ocupado, a su vez, un lugar entre las preguntas acontecidas en su trabajo como psicoanalizante. De no ser así, es altamente probable que, como señala Freud, la hipocresía y la mojigatería respecto del dinero sigan manifestándose. Y no sólo de modo que lleven a la vergüenza en el cobro; también pueden manifestarse por vía de la avaricia que empujaría a cobrar con un afán irrefrenable de acumular dinero, con lo cual se obtura el deseo de analista. Entonces, cobrar mucho o poco no tendría porqué depender de la mojigatería y el afán de acumular de aquel que se llama a sí mismo psicoanalista, sino del modo en que puede leerse el valor pulsional con el que el dinero cuenta para quien espera devenir psicoanalizante.

Es posible que en algunos casos el dinero se presente con un valor, o bien retentitvo o bien expulsivo, propio del carácter sádico anal. En otros casos, por ejemplo, podría presentarse con un valor fundamentalmente fálico, siendo así que se proponga como celada al psicoanalista, como oferta que busca colmar su falta. Y si bien aquí señalo estos ejemplos en apariencia generales, hará falta además escuchar el modo singular en que se presentan los significantes, en el caso por caso, para poder reconocer el goce subjetivo y el deseo allí implicados.


John James Gómez G.

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¡Qué poca humanidad hay a veces en ese “gran espíritu científico”!

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