lunes, 3 de agosto de 2015

Fragmento del texto: “Sobre la iniciación del tratamiento”.  Freud, S . (1913). En: Obras Completas, vol. XII. Amorrortu Editores. 1986. pp. 125-126 [Primera parte del comentario]


“…con los enfermos de quienes sé poco, he tomado la costumbre de aceptarlos primero sólo provisionalmente, por una semana o dos. Si uno interrumpe dentro de ese lapso, le ahorra al enfermo la impresión penosa de un intento de curación infortunado; uno sólo ha emprendido un sondeo a fin de tomar conocimiento del caso y decidir si es apto para el psicoanálisis.”

Comentario:

Con este comentario retomo el trabajo sobre los textos de Freud y de Lacan, para el segundo semestre de este año. A diferencia de las ocasiones anteriores en las que el ejercicio era en cierta medida aleatorio, pues no seguía un derrotero temático específico, sino que seleccionaba algunas citas con intereses particulares de exposición corta, he optado en esta ocasión por un derrotero con fines más precisos sobre un tema específico, a saber, la práctica psicoanalítica. Alguien podría objetar que, entones, no hay diferencia alguna con lo realizado anteriormente, ya que todo lo que concierne a la experiencia psicoanalítica tiene que ver, necesariamente, con su praxis, y tal vez esa objeción sea cierta en alguna medida. Sin embargo, el modo en que abordaré el tema se orienta a inquietudes más específicas acerca del quehacer práctico, es decir, a cuestiones que regularmente llamamos “técnicas”, como derivación del griego τεχνικοσ (técnicos), que se refiere a alguien que hace algo, es decir, que practica un oficio. Y qué bien nos viene esa palabra, oficio, para destacar que la práctica psicoanalítica, en tal sentido, no se refiere a las tareas que desempeña un profesional formado en una institución universitaria. Veremos a lo largo de nuestro trabajo que, en no pocas ocasiones, las profesiones como efecto de “la producción en serie”, hija de la revolución industrial, han dado al traste con el arte que implica saber hacer a partir de la experiencia reflexiva pues la profesionalización parece, cada vez con más notoriedad, circunscribirse al aprendizaje de tareas mecánicas que deben repetirse con el menor margen de reflexión posible. Ya nos iremos aproximando a ello.

Comencemos pues por la cita traída a cuentas. Se trata de un texto del año 1913, período en el que Freud está redactando, además, el conjunto de textos conocidos como “Trabajos sobre metapsicología”, y recién ha publicado “Tótem y Tabú”. Se aproximaba, como si fuera poco, a la formulación de su primer texto a propósito del narcisismo, de 1914, que, como sabemos, marcó un giro crucial en el reconocimiento preliminar del yo como una entidad fundamentalmente inconsciente. En general, el tomo XII de la edición de las Obras Completas, publicadas por Amorrortu, cuenta con un número importante de textos dedicados a cuestiones técnicas. Esto no es algo azaroso. En realidad, Freud venía devanándose los sesos con las dificultades que acarrea profundizar en lo inconsciente. En la medida en que dicha instancia dejaba de ser vista como accidental y mostraba su rostro estructural, la esperanza que otrora Freud hubiese mostrado en sus primeros casos, en los que las curaciones parecían casi milagrosas, menguaba significativamente. Así, Freud parecía más cauto y ya no gobernado por los ímpetus de años más jóvenes en los que se arrojaba sin recelo al tratamiento con una confianza casi orgullosa.

Por otra parte, el circulo de discípulos que lo rodeaban exigían, seguramente, claves cada vez más precisas al maestro, en la búsqueda de orientarse en su práctica. Así que los textos sobre técnica cumplían, a la vez, finalidades didácticas y pedagógicas orientadas a aconsejar a los neófitos.

Ahora, el aspecto más notorio de esta cita extraída de “Sobre la iniciación del tratamiento”, es la aparición, todavía tímida, del lugar que poco a poco tendrían lo que hoy conocemos con el nombre de “entrevistas preliminares”. Y bien, ¿qué las hizo necesarias? ¿Por qué Freud requería ese recorrido previo a manera de ensayo para decidir sobre la conveniencia o no de que alguien ingresara en la experiencia psicoanalítica propiamente dicha?


John James Gómez G.

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