viernes, 13 de marzo de 2015

Fragmento del texto: “El deseo y su interpretación”. Lacan, J. (1959). En: El seminario, libro 6, clase del 1 de julio. Editorial Paidós. 2014. pp. 526. [Segunda parte del comentario]

“Esa pulsión, ese grito, ese empuje, es algo que para nosotros no vale, no existe, no está definido, no está articulado, más que en la medida en que está atrapado en una secuencia temporal de una naturaleza especial, que denominamos cadena significante.”

Comentario:

Esa propuesta freudiana de un movimiento regrediente que, articulado al movimiento progrediente, constituye un circuito, fue, tal vez, el modo más lúcido posible de plantear lo que acontece en la vida psíquica que Freud hubiese podido concebir. Acaso sean las consecuencias de lo que allí llega a encontrarse, lo que motivó a Lacan para que afirmara, en más de una ocasión, que el libro “La interpretación de los sueños” es la vía regia de acceso al inconsciente -y no el sueño mismo como pensaba Freud-,  como también afirmaba que para reencontrar su topología era necesario remitirse al primer enfoque freudiano. Y es que ese circuito pulsional pone al descubierto los avatares propios de un ser que, siendo un animal, no es, exactamente, un completo animal. De hecho, se trata de un animal incompleto pues ha perdido, por el lenguaje, las coordenadas del instinto, quedando ligado a una imposibilidad, a saber, la de encontrar la cuota exacta de mesura que se espera del funcionamiento orgánico cuando es orientado por el principio del placer. En ese punto, el animal que habla y usa letras para aparentar un ser (parlêtre), está anclado a unas leyes que ya no son exclusivamente las de la naturaleza, sino las leyes del goce y del deseo.

Es por esas leyes de lo inconsciente (del goce y del deseo) que el circuito insiste. Los efectos del lenguaje se expresan en una búsqueda insaciable del reencuentro con un objeto imposible. Esto es realmente afortunado, pues hace soportable una existencia que no tiene más destino que acabarse, a la vez que es la muerte misma, como punto de finitud, lo que lleva a cada uno a inventar sentidos que hagan semblante de que el futuro, por más incierto que resulte, vale la pena. No es pues allí donde radican los motivos del sufrimiento que, en no pocas ocasiones, irrumpe en la vida de una persona, aunque, por cierto, el sufrimiento sea, en sí mismo, el modo en que algunos logran hacer soportable el dolor de existir, sin importar cuán paradójico pueda parecer esto.

John James Gómez G. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Qué poca humanidad hay a veces en ese “gran espíritu científico”!

 “Se abre paso la vida con la misma terquedad con la que una plantita minúscula es capaz de rajar el suelo de hormigón para sacar la cabeza....