Fragmento del texto: “El deseo y su interpretación”. Lacan,
J. (1959). En: El seminario, libro 6, clase del 1 de julio. Editorial Paidós.
2014. pp. 526. [Segunda parte del comentario]
“Esa pulsión, ese grito, ese empuje, es algo que para
nosotros no vale, no existe, no está definido, no está articulado, más que en
la medida en que está atrapado en una secuencia temporal de una naturaleza
especial, que denominamos cadena significante.”
Comentario:
Esa propuesta freudiana de un movimiento regrediente que,
articulado al movimiento progrediente, constituye un circuito, fue, tal vez, el
modo más lúcido posible de plantear lo que acontece en la vida psíquica que
Freud hubiese podido concebir. Acaso sean las consecuencias de lo que allí
llega a encontrarse, lo que motivó a Lacan para que afirmara, en más de una
ocasión, que el libro “La interpretación de los sueños” es la vía regia de
acceso al inconsciente -y no el sueño mismo como pensaba Freud-, como también afirmaba que para reencontrar su
topología era necesario remitirse al primer enfoque freudiano. Y es que ese
circuito pulsional pone al descubierto los avatares propios de un ser que,
siendo un animal, no es, exactamente, un completo animal. De hecho, se trata de
un animal incompleto pues ha perdido, por el lenguaje, las coordenadas del
instinto, quedando ligado a una imposibilidad, a saber, la de encontrar la
cuota exacta de mesura que se espera del funcionamiento orgánico cuando es
orientado por el principio del placer. En ese punto, el animal que habla y usa
letras para aparentar un ser (parlêtre), está anclado a unas leyes que ya no
son exclusivamente las de la naturaleza, sino las leyes del goce y del deseo.
Es por esas leyes de lo inconsciente (del goce y del deseo)
que el circuito insiste. Los efectos del lenguaje se expresan en una búsqueda
insaciable del reencuentro con un objeto imposible. Esto es realmente
afortunado, pues hace soportable una existencia que no tiene más destino que
acabarse, a la vez que es la muerte misma, como punto de finitud, lo que lleva
a cada uno a inventar sentidos que hagan semblante de que el futuro, por más
incierto que resulte, vale la pena. No es pues allí donde radican los motivos
del sufrimiento que, en no pocas ocasiones, irrumpe en la vida de una persona,
aunque, por cierto, el sufrimiento sea, en sí mismo, el modo en que algunos
logran hacer soportable el dolor de existir, sin importar cuán paradójico pueda
parecer esto.
John James Gómez G.
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