lunes, 2 de marzo de 2015

Fragmento del texto: “Análisis terminable e interminable”. Freud, S. (1937). En: Obras Completas, vol. XXIII. Amorrortu Editores. pp. 248.


“Una conferencia de rico contenido, pronunciada por S. Ferenczi en 1927, «El problema de la terminación de los análisis»,"'" concluye con esta consoladora seguridad: «. . .el análisis no es un proceso sin término, sino que puede ser llevado a un cierre natural si el analista tiene la pericia y paciencia debidas». Opino que ese trabajo equivale más bien a una advertencia de no poner como meta del análisis su abreviación, sino su profundización.”

Comentario:

Sandor Ferenczi fue, sin duda, uno de los psicoanalistas más sobresalientes entre todos aquellos formados junto a Freud. Murió en el año 1933, seis años antes que Freud. En lo que a la historia del psicoanálisis atañe, suele señalarse a Jung como el discípulo en que Freud habría puesto la esperanza de contar con un sucesor en la construcción del andamiaje en que se sostendría esa experiencia inaugurada por él. Igualmente, se indica con frecuencia la desilusión expuesta de forma manifiesta por Freud ante las sendas tomadas por Jung. Sin embargo, si se presta atención a los rumbos tomados por Freud, como a muchas de las apuestas lacanianas, no es difícil colegir que buena parte de los avances logrados en torno a la tarea psicoanalítica fueron acompañados de manera decidida por Ferenczi.  Ese deseo decidido de Ferenzci, al parecer, solo fue suficientemente reconocido por Freud luego de la muerte de su discípulo. Si hubo alguien que instó a Freud para apostar por una concepción del psicoanálisis que atravesara los límites que le imponían las aspiraciones médicas de una cura que debía hallarse rápida y eficientemente, fue, precisamente, Sandor Ferenzci. 

Ferenzci reconocía el valor de evitar el furor sanandi tanto como el de evitar el afán por comprender. Además, consideraba el análisis personal una condición necesaria para escuchar de modo responsable a otros en la práctica analítica. No es difícil reconocer en estas premisas buena parte de los principios que constituyen el soporte mismo de la experiencia psicoanalítica. Esto fue, de hecho, subrayado por Lacan, quien reconocía en ello la rúbrica por la cual, en el psicoanálisis, la cura no es algo que deba buscarse pero que, en todo caso, si la experiencia transcurre de modo tal que el saber inconsciente pueda desplegarse, entonces, puede suponerse que llegará por añadidura. Sin embargo, no debemos entender con esto que la cura sería, en modo alguno, la desaparición de los síntomas, mucho menos la “buena” adaptación de un sujeto a la sociedad en la que vive. De ser así, el psicoanálisis no sería más que un discurso moral y los psicoanalistas serían sacerdotes sin sotana. Claro está, que los hay, los hay.


John James Gómez G.

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