Fragmento del texto: “Análisis terminable e interminable”.
Freud, S. (1937). En: Obras Completas, vol. XXIII. Amorrortu Editores. pp. 248.
“Una conferencia de rico contenido, pronunciada por S.
Ferenczi en 1927, «El problema de la terminación de los análisis»,"'"
concluye con esta consoladora seguridad: «. . .el análisis no es un proceso sin
término, sino que puede ser llevado a un cierre natural si el analista tiene la
pericia y paciencia debidas». Opino que ese trabajo equivale más bien a una
advertencia de no poner como meta del análisis su abreviación, sino su
profundización.”
Comentario:
Sandor Ferenczi fue, sin duda, uno de los psicoanalistas más
sobresalientes entre todos aquellos formados junto a Freud. Murió en el año
1933, seis años antes que Freud. En lo que a la historia del psicoanálisis
atañe, suele señalarse a Jung como el discípulo en que Freud habría puesto la
esperanza de contar con un sucesor en la construcción del andamiaje en que se
sostendría esa experiencia inaugurada por él. Igualmente, se indica con
frecuencia la desilusión expuesta de forma manifiesta por Freud ante las sendas
tomadas por Jung. Sin embargo, si se presta atención a los rumbos tomados por
Freud, como a muchas de las apuestas lacanianas, no es difícil colegir que buena
parte de los avances logrados en torno a la tarea psicoanalítica fueron
acompañados de manera decidida por Ferenczi.
Ese deseo decidido de Ferenzci, al parecer, solo fue suficientemente
reconocido por Freud luego de la muerte de su discípulo. Si hubo alguien que
instó a Freud para apostar por una concepción del psicoanálisis que atravesara
los límites que le imponían las aspiraciones médicas de una cura que debía
hallarse rápida y eficientemente, fue, precisamente, Sandor Ferenzci.
Ferenzci reconocía el valor de evitar el furor sanandi tanto
como el de evitar el afán por comprender. Además, consideraba el análisis personal
una condición necesaria para escuchar de modo responsable a otros en la
práctica analítica. No es difícil reconocer en estas premisas buena parte de
los principios que constituyen el soporte mismo de la experiencia
psicoanalítica. Esto fue, de hecho, subrayado por Lacan, quien reconocía en
ello la rúbrica por la cual, en el psicoanálisis, la cura no es algo que deba
buscarse pero que, en todo caso, si la experiencia transcurre de modo tal que
el saber inconsciente pueda desplegarse, entonces, puede suponerse que llegará
por añadidura. Sin embargo, no debemos entender con esto que la cura sería, en
modo alguno, la desaparición de los síntomas, mucho menos la “buena” adaptación
de un sujeto a la sociedad en la que vive. De ser así, el psicoanálisis no
sería más que un discurso moral y los psicoanalistas serían sacerdotes sin
sotana. Claro está, que los hay, los hay.
John James Gómez G.
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