Fragmento del texto: “32ª Conferencia. Angustia y vida
pulsional”. Freud, S. (1933). En: Nuevas Conferencias de Introducción al
Psicoanálisis. Obras Completas, vol. XXII. Amorrortu Editores, Buenos Aires.
1991. pp. 89. [Primera parte del comentario]
“Una pulsión se distingue de un estímulo, pues, en que
proviene de fuentes de estímulo situadas en el interior del cuerpo, actúa como
una fuerza constante y la persona no puede sustraérsele mediante la huida, como
es posible en el caso del estímulo externo.”
Comentario:
Que el concepto de “pulsión” es crucial en el psicoanálisis,
parece algo plenamente sabido. Más aún a raíz de la popularidad alcanzada por
el seminario del año 1964, en el que Lacan se refirió a los conceptos
fundamentales del psicoanálisis. Ése fue el primero de los seminarios que se
publicó como libro. Allí, Lacan otorgó un lugar crucial a la pulsión junto a
otros conceptos tales como inconsciente, transferencia y repetición. Por su
parte, fue Jacques-Alain Miller quien decidió nombrar la publicación
restringiendo a esos cuatro los conceptos fundamentales del psicoanálisis. Que
yo sepa, sólo Juan David Nasio ha cuestionado, indirectamente, esa decisión de
Miller; lo hizo con su texto “Enseñanza de siete conceptos cruciales del
psicoanálisis”. Lamentablemente, la
decisión de Miller parece haber inhibido a una buena parte de la comunidad
psicoanalítica en la tarea del estudio
juicioso de los fundamentos psicoanalíticos. Tal vez se deba a que, de algún
modo, algunos han asumido que Miller habla en nombre del padre.
En tal sentido, no debemos fascinarnos hasta enceguecer y
creer que la importancia de un concepto radicaría
en que se considere a Lacan, a Freud, y algunos incluso a Miller, referencias
de autoridad. Bien vale la pena tratar de entender las razones por las cuales
un concepto contaría o no con un valor fundamental en un sistema teórico. Es
así que no podemos eludir la pregunta acerca de porqué la pulsión, al igual que
algunos otros conceptos, sería merecedora de un lugar fundamental en la teoría
psicoanalítica. Intentemos entonces
plantear algunas cuestiones al respecto.
En tal sentido, no debemos fascinarnos hasta enceguecer y
creer que la importancia de un concepto
radicaría en que se considere a Lacan, a Freud, y algunos incluso a Miller,
referencias de autoridad. Bien vale la pena tratar de entender las razones por
las cuales un concepto contaría o no con un valor fundamental en un sistema
teórico. Es así que no podemos eludir la pregunta acerca de porqué la pulsión,
al igual que algunos otros conceptos, sería merecedora de un lugar fundamental
en la teoría psicoanalítica. Intentemos, entonces, plantear algunas cuestiones
al respecto.
Son harto conocidas las dificultades a las que Freud se
enfrentó para establecer la lógica pulsional. No solamente para definirla
conceptualmente sino, sobretodo, para entender de qué modo opera en relación
con lo inconsciente y con el yo. De hecho, en varias ocasiones se ve en la
necesidad de cambiar su posición en relación a lo que llamó “dualidad
pulsional”. Pero, más difícil aún, le resultó aceptar la existencia de una pulsión
de muerte. Entonces, ¿Por qué empeñarse en sostener un concepto tan
problemático? ¿Qué justificaba la empresa titánica de reelaborar
permanentemente un concepto tan esquivo? Sería apresurado intentar responder a
estas preguntas basándonos en el argumento de que Freud era un hombre obstinado
en sostener aquello de lo que estaba convencido, a pesar que, en efecto, lo
fuera.
Diré en principio que, a mi juicio, un valor crucial -no sé
si intuido en un primer momento por Freud, o no-, es que con la apuesta por la
pulsión, la separación entre lo psíquico y lo somático, consecuencia de la
separación cartesiana entre la res extensa y las res cogitans, por la cual la
psiquiatría y la neurología se esforzaban en explicar lo psíquico prescindiendo
de lo psíquico, queda interrogada. Esas disciplinas buscaban encontrar todas
las causas de los fenómenos anímicos en las condiciones anatomo-funcionales del
sistema nervioso, todo ello con el único fin de parecer científicas; posición
que conservan aún en nuestros días. Freud fue un duro crítico de esa
inconsistencia y señaló la falacia presente en el hecho de que la psiquiatría
no se ocupara de lo psíquico. Así, Freud se empeñó en explicar lo psíquico por
lo psíquico o, para ser menos imprecisos, se ocupó de reconstruir una relación
de continuidad entre lo psíquico y lo somático allí donde la ciencia se
empeñaba en sostener la separación entre lo uno y lo otro. Es así que la
definición que ofreció de la pulsión como “un concepto fronterizo entre lo
anímico y lo somático” expresa, de manera clara, ese empeño.
John James Gómez G.
No hay comentarios:
Publicar un comentario