Fragmento del texto: “La equivocación del sujeto supuesto
saber”. Lacan, J. (1967). En: Otros escritos. Editorial Paidós. 2012. pp. 354
[Tercera parte del comentario]
“…el inconsciente no es perder la memoria, es no acordarse
de lo que se sabe. Pues hay que decir según el uso del no purista: “yo me
acuerdo de ello” [je m’en rapelle] o sea: me llamo [rapelle] al ser (de la
representación) a partir de ello. ¿A partir de qué? De un significante.”
Comentario:
Intentaré decir algo, si es que resulta posible, acerca de la segunda
pregunta que dejé en suspenso con el comentario anterior. ¿Todo Ello (Eso) es
susceptible de recuerdo? Es evidente que se introduce aquí la cuestión del Ello (Eso) freudiano, puede decirse también, de lo inconsciente no-todo reprimido.
Sorprende, por su novelesca belleza, el éxito de la
terapéutica llevada adelante por Freud en sus primeros momentos. El síntoma
parecía prescindible por vía del recuerdo o, dicho de manera más precisa, el
recuerdo advenía como la prueba misma de la cura. El objetivo, entonces, era el
levantamiento de la represión. Sin embargo, es necesario entender que, en ese
momento, la idea de lo inconsciente con la que Freud trabajaba se mantenía en
el registro de lo latente y, tal como él mismo lo indicó en 1923 en su texto
"El Yo y el Ello", ese inconsciente latente corresponde, de manera
más precisa, a lo preconsciente. Desde esa perspectiva, recordar era, de alguna
manera, una tarea posible e, incluso, alcanzable con relativa facilidad. Si
recuperaba la representación desalojada (latente) que había sido separada del
monto de afecto y se lograba su reconciliación, haciendo actual lo latente, el
síntoma caía. Era un momento aparentemente feliz para las aspiraciones
clínicas, pero, definitivamente, no dejaba de ser mera apariencia. Freud, en su
carta 133 a Fliess confesaba su preocupación por un resto que siempre quedaba y
que amenazaba con afectar el éxito terapéutico. Freud vislumbraba, muy a su
pesar, la presencia de lo que Lacan llamó "lo real".
Así, la experiencia psicoanalítica no tardó en mostrar a
Freud la evidencia de los impases que le son constituyentes. No todo lo
inconsciente es, por serlo, reprimido, pero, que sea no-todo reprimido no significa
que pueda recordarse. Es ahí donde se juega el problema del saber. Si se
tratase de reconstruir los hechos “objetivos” que constituirían la vida de una
persona, la pesquisa implicaría un reconocimiento cronológico de eventos que
bien pudieron haber sido perturbadores, incluso, traumáticos, para usar el
término freudiano. No obstante, la cuestión en juego dista significativamente
de una reconstrucción biográfica. Es ahí donde reconocer la función del
significante, tal como Lacan lo hizo notar, siguiendo las pistas dejadas por
Freud y llevando el problema hasta sus más sensibles consecuencias, es algo
fundamental. No se trata tanto de recordar eventos de una vida transcurrida,
como de ser llamado a responder por el lugar que se ha elegido tomar, mientras
se ha olvidado que hay, en Eso, un saber en juego. Ese saber habla de la posición
del sujeto en torno a los significantes por los que algo puede representarse y,
desde ahí, es llamado a responder. El Yo no quiere saber sobre Eso y, por
tanto, su olvido acerca de ese saber es la manera en que se esfuerza por
desconocer la responsabilidad que lo implica, en cuanto se encuentra
comprometido en la pregunta que lo atañe acerca de la posición que ha elegido
sostener, en torno a aquello de lo cual se queja, como si fuese un "alma
bella".
John James Gómez G.
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