miércoles, 1 de octubre de 2014

Fragmento del texto: “La equivocación del sujeto supuesto saber”. Lacan, J. (1967). En: Otros escritos. Editorial Paidós. 2012. pp. 354 [Tercera parte del comentario]

“…el inconsciente no es perder la memoria, es no acordarse de lo que se sabe. Pues hay que decir según el uso del no purista: “yo me acuerdo de ello” [je m’en rapelle] o sea: me llamo [rapelle] al ser (de la representación) a partir de ello. ¿A partir de qué? De un significante.”

Comentario:

Intentaré decir algo, si es que resulta posible, acerca de la segunda pregunta que dejé en suspenso con el comentario anterior. ¿Todo Ello (Eso) es susceptible de recuerdo? Es evidente que se introduce aquí la cuestión del Ello (Eso) freudiano, puede decirse también, de lo inconsciente no-todo reprimido. 

Sorprende, por su novelesca belleza, el éxito de la terapéutica llevada adelante por Freud en sus primeros momentos. El síntoma parecía prescindible por vía del recuerdo o, dicho de manera más precisa, el recuerdo advenía como la prueba misma de la cura. El objetivo, entonces, era el levantamiento de la represión. Sin embargo, es necesario entender que, en ese momento, la idea de lo inconsciente con la que Freud trabajaba se mantenía en el registro de lo latente y, tal como él mismo lo indicó en 1923 en su texto "El Yo y el Ello", ese inconsciente latente corresponde, de manera más precisa, a lo preconsciente. Desde esa perspectiva, recordar era, de alguna manera, una tarea posible e, incluso, alcanzable con relativa facilidad. Si recuperaba la representación desalojada (latente) que había sido separada del monto de afecto y se lograba su reconciliación, haciendo actual lo latente, el síntoma caía. Era un momento aparentemente feliz para las aspiraciones clínicas, pero, definitivamente, no dejaba de ser mera apariencia. Freud, en su carta 133 a Fliess confesaba su preocupación por un resto que siempre quedaba y que amenazaba con afectar el éxito terapéutico. Freud vislumbraba, muy a su pesar, la presencia de lo que Lacan llamó "lo real".

Así, la experiencia psicoanalítica no tardó en mostrar a Freud la evidencia de los impases que le son constituyentes. No todo lo inconsciente es, por serlo, reprimido, pero, que sea no-todo reprimido no significa que pueda recordarse. Es ahí donde se juega el problema del saber. Si se tratase de reconstruir los hechos “objetivos” que constituirían la vida de una persona, la pesquisa implicaría un reconocimiento cronológico de eventos que bien pudieron haber sido perturbadores, incluso, traumáticos, para usar el término freudiano. No obstante, la cuestión en juego dista significativamente de una reconstrucción biográfica. Es ahí donde reconocer la función del significante, tal como Lacan lo hizo notar, siguiendo las pistas dejadas por Freud y llevando el problema hasta sus más sensibles consecuencias, es algo fundamental. No se trata tanto de recordar eventos de una vida transcurrida, como de ser llamado a responder por el lugar que se ha elegido tomar, mientras se ha olvidado que hay, en Eso, un saber en juego. Ese saber habla de la posición del sujeto en torno a los significantes por los que algo puede representarse y, desde ahí, es llamado a responder. El Yo no quiere saber sobre Eso y, por tanto, su olvido acerca de ese saber es la manera en que se esfuerza por desconocer la responsabilidad que lo implica, en cuanto se encuentra comprometido en la pregunta que lo atañe acerca de la posición que ha elegido sostener, en torno a aquello de lo cual se queja, como si fuese un "alma bella".


John James Gómez G.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Qué poca humanidad hay a veces en ese “gran espíritu científico”!

 “Se abre paso la vida con la misma terquedad con la que una plantita minúscula es capaz de rajar el suelo de hormigón para sacar la cabeza....