jueves, 12 de mayo de 2016

Fragmento del texto: Variantes de la cita-tipo. Lacan, J. 1955. En: Escritos 1. Buenos Aires: Paidós. 2008; 2ª ed., págs. 345-346 [Primera parte del comentario]

“...para situar el análisis en el lugar eminente que los responsables de la educación pública están en el deber de reconocerle, hay que abrirlo a la crítica de sus fundamentos, a falta de lo cual se degrada en efectos de soborno colectivo."

Comentario:

No estoy seguro, mucho menos convencido, de que la educación pública tenga “el deber”, como lo expresara Lacan, de reconocerle un lugar eminente al psicoanálisis. La cuestión está, sin duda, abierta a discusión en una época en que, además, merced del discurso capitalista, pocos rastros quedan de la educación y de lo público. Sin embargo, la necesidad de abrirlo a la crítica de sus fundamentos me parece una tarea necesaria y, honestamente, cada vez menos frecuente. Es probable que este comentario resulte, entonces, algo indignante para muchos psicoanalistas y que, por ello, me haga merecedor de sus reproches, empero, ¿no es menester aplicar el psicoanálisis al psicoanálisis si es que queremos estar a la altura que su ética nos exhorta? Partiré, pues, de una premisa: nada se parece más a una institución religiosa que algunas instituciones psicoanalíticas en las que el dogmatismo es actuado sin ser por ello reconocido.

El dogmatismo está a la orden del día y se apuntala en la creencia en aquella fantasía que sostiene la existencia de un padre omnipotente, el mismo que Freud supo ubicar en “Tótem y Tabú”. Por tanto, lo que sorprende, entonces, no es el dogmatismo, sino la ausencia de su reconocimiento. Un matemático, por ejemplo, si es que quiere ir más allá de los límites que le impone su disciplina, se verá en la necesidad de reconocer en la matemática un dogma del cual debe prescindir a condición de servirse de él. ¿No fue ésa la apuesta lacaniana, que por su estructura paradójica parece algo tan difícil de sostener, al punto de preferir usarla para reproducir aquello a lo cual, por principio, interroga?

Es así como hablando en nombre de un padre omnipotente, y tomándose a sí mismo por heredero de su palabra, suele haber quien forja grandes congregaciones en las que los feligreses hacen fila esperando se les otorgue el Don que los hará, finalmente, psicoanalistas legítimos, es decir, militantes abnegados que defenderán una práctica sin cuestionar sus fundamentos, a fin de no ser excomulgados. Y es que el significante “excomunión”, con el cual Lacan nombró su salida de la I.P.A., revela retroactivamente la exigencia dogmática de aquella institución que no soportaba la crítica de sus fundamentos. No obstante, lo que fuese subversión en manos de Lacan, terminó por devenir revolución para buena parte de los lacanianos; revolución que es siempre retorno al punto de inicio, el de la degradación del psicoanálisis a los efectos de un soborno colectivo.

John James Gómez G.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Qué poca humanidad hay a veces en ese “gran espíritu científico”!

 “Se abre paso la vida con la misma terquedad con la que una plantita minúscula es capaz de rajar el suelo de hormigón para sacar la cabeza....