lunes, 6 de abril de 2015

Fragmento del texto: “Acerca de la causalidad psíquica”. Lacan, J. (1946). En: Escritos 1. Siglo XXI Editores. 2ª edición argentina, revisada. 2008. pp. 174. [Tercera parte del comentario]


“Porque el riesgo de la locura se mide por el atractivo mismo de las identificaciones en las que el hombre compromete a la vez su verdad y su ser.
Lejos, pues, de ser la locura el hecho contingente de las fragilidades de su organismo, es la permanente virtualidad de una grieta abierta en su esencia.
Lejos de ser un insulto para la libertad, es su más fiel compañera; sigue como una sombra su movimiento.
Y al ser del hombre no sólo no se lo puede comprender sin la locura, sino que ni aun sería el ser del hombre si no llevara en sí la locura como límite de su libertad."

Comentario:

Vale la pena preguntarnos, en pro de la reflexión por el valor de la causalidad psíquica, ¿cuáles fueron los motivos por los cuales la psiquiatría dejó por fuera de su interrogación a lo psíquico, siendo eso psíquico el supuesto objeto de su interés?

Sabemos que la psiquiatría advino en el marco de las ciencias positivistas que nacieron merced del pensamiento cartesiano. En ello hay una rúbrica que puede identificarse de inmediato: la separación entre una res extensa y una res congitans. Según tal separación, sería cognoscible (nótese la ironía que implica aquí este término), exclusivamente, aquello que tuviese una materialidad en el sentido de la res extensa, razón por la cual solo las disciplinas encargadas del estudio de los cuerpos físicos, naturales, merecían el reconocimiento como ciencias. Las cuestiones metafísicas quedaban relegadas o bien al dogma religioso o bien a la reflexión filosófica. La psiquiatría, entonces, que apareció en el marco de esa perspectiva, en el campo de la medicina, sólo podría aspirar al reconocimiento de su cientificidad sí y solo sí tomaba como lugar de toda causa de lo psíquico a lo anatómico, materialidad física susceptible de ser observada. Sin embargo, la psiquiatría no dejaba de ser en buena medida sospechosa pues, a pesar de su orientación en cuanto a la causalidad material por vía de la physis, se ocupaba de esa res cogitans, extraña, ominosa y esquiva. Si hay una razón por la cual dicha sospecha se dejó pasar por alto fue, tal vez, el valor que la psiquiatría representa a los fines del ejercicio del poder sobre los cuerpos y sobre las almas desde un lugar que ya no es el de la iglesia pero que sigue siendo el del tratamiento moral de la vida.

No debe extrañarnos que la ciencia sea un campo de lucha y, como tal, espacio y medio para el ejercicio del poder. Lo sabemos por Foucault y por Bourdieu y, evidentemente, la psiquiatría no está al margen de ello. En este orden de ideas, suponer lo psíquico, como fenómeno anatomo-funcional subordinado al organismo, además de ser una perspectiva heredada de la línea de pensamiento platónico-agustiniano-cartesiano, resulta en un modo privilegiado para silenciar todo acontecimiento del sujeto (symbama).

John James Gómez G.

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¡Qué poca humanidad hay a veces en ese “gran espíritu científico”!

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