Fragmento del texto: “Del psicoanálisis en sus relaciones
con la realidad”. Lacan, J. (1967). En: Otros escritos. Editorial Paidós,
Buenos Aires. 2012. pp. 372. [Segunda parte del comentario]
“Lo que prueba la potencia de lo que llamamos procedimiento
es que tampoco está excluido que el psicoanalista no tenga ninguna especie de
idea acerca de él. Hay, al respecto, estúpidos: verifiquen, es fácil.”
Comentario:
Una análisis no es un asunto que atañe a las relaciones del
yo con el mundo, –aunque ellas hagan parte de lo que allí discurre en el decir
de quien habla de su sufrimiento–, sino del sujeto con el lenguaje (parlêttre).
Las entrevistas preliminares son el espacio para que esta introducción del
significante en falta que hace al parlettre se ponga en juego. El
psicoanalista, opera en función de hacer posible una experiencia en la que la queja del yo derive hacia la interrogación de aquello por lo que sufre
desde su posición como sujeto del inconsciente.
En tal sentido un psicoanalista no empuja a nadie a un
análisis, mucho menos si no se le ha dirigido una demanda. ¿Por qué un
“psicoanalista” andaría por la calle "mandando a las personas a que asistan a un análisis”?
Una cosa es que hable públicamente de psicoanálisis, es decir, de su teoría y
de su práctica, como un modo de dar testimonio de su quehacer, otra, muy
distinta, que suponga que su misión, a la manera de un mesías o alguna clase de
redentor caritativo, sería la de enjuiciar a los otros diciéndoles “usted
debería ir a análisis”. ¿De dónde provendría una derecho tal? Una cosa es hacer
saber a otros que existe un lugar en el cual, si así se quiere, puede alojarse
la palabra sufriente, otra, sentenciarlos diciéndo: “usted debería analizarse”,
en caso tal, habla por su boca un feroz superyó. Claro está, siempre hay
quienes usen la teoría psicoanalítica para intentar ejercer un poder moral
sobre otros juzgando su manera de vivir o sus relaciones sociales, sus rituales,
sus hábitos o cualquiera otra de sus prácticas cotidianas (a pesar que esos
“psicoanalistas silvestres” crean que su juicio moral tendría el valor de una
interpretación). Es claro que allí no se trata del discurso psicoanalítico,
sino del uso de palabras tomadas de la teoría psicoanalítica para hablar en
nombre del discurso del amo.
John James Gómez G.
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