lunes, 6 de agosto de 2018

Fragmento y comentario del texto: La escritura del ego. En: Lacan, J. (1976). El sinthome; El Seminario, Libro 23 Buenos Aires: Manantial. 2006, p. 141. [Primera parte del comentario]

“La última vez estaba muy enredado con mis nudos y Joyce como para que tuviera la menor gana de hablarles. Estaba confundido, ahora lo estoy un poco menos porque creí encontrar cosas transmisibles.
Yo soy evidentemente más bien activo. La dificultad me estimula, de modo que todos los fines de semana me consagro intensamente a romperme la cabeza con algo que no es evidente - porque no es evidente que haya encontrado el pretendido nudo borromeo.”

Comentario:

Retornando al trabajo de comentario de textos, elegí un fragmento con el cual Lacan ponía de manifiesto su trabajo en medio de la dificultad, incluso de la imposibilidad, lo que resulta útil si queremos reconocer lo que a veces quienes lo idealizan pretenden olvidar.

Su expresión, “la dificultad me estimula”, me hace pensar, por cierto, en el ensayo de Estanislao Zuleta, intitulado Elogio de la dificultad[1], pensador colombiano a quien puede atribuírsele, entre otras cosas, el estudio inaugural en torno al pensamiento lacaniano, sino en Colombia, al menos sí en la ciudad de Cali. 

Nuestros tiempos, hay que recordarlo, son los de la satanización de la dificultad. “Rápido y fácil” constituyen los mantras de los grandes vendedores, entre ellos los que se dedican al “coaching”, los escritores de libros de autoayuda y superación personal, los métodos “fáciles” de aprendizaje de idiomas, las TV Compras y tantos otros más ejemplos que seguramente ustedes pueden imaginar. Cualquier cosa que implique un esfuerzo considerable, que empuje a tener que inventar cómo saber hacer con la dificultad y con lo imposible, es vista con los ojos del deseo de nada, de la pereza, del desprecio que sólo puede entronizar un mundo que impone como ideal el elogio a la máxima producción con la mínima inversión, de tiempo o de cualquiera otra cosa.

Quiero, queridos lectores, que tomen en cuenta que Lacan no lo tenía todo claro. Más bien, tenía claro el no-todo que implica la condición misma de estar parasitados por el lenguaje. Sin embargo, es fácil hacerse ídolos; ese anhelo es propio de la condición narcisista, paranoica, constituyente del yo. No es fácil eludir ese anhelo. Por eso, puede acontecer que haya quienes pretenden hacer de Freud o de Lacan autores sin falla, lo que suele tener como destino la conformación de grupos psicoanalíticos más parecidos a iglesias que a escuelas de psicoanálisis. Tomen en consideración, además, que velar la castración asegura instituir el lugar de un amo que puede atraer a grandes multitudes. Así las cosas, el discurso propiamente psicoanalítico dista mucho de ser un discurso que haga masa, pues, como saben, en ella la singularidad y la particularidad del sujeto y de lo que implica el lazo social se aplasta bajo el peso de los ideales totalitarios.

John James Gómez G.

[1] El ensayo fue presentado como conferencia en el año 1980, cuando la Universidad del Valle le otorgó el Honoris Causa en Psicología. Pueden leerlo en el siguiente enlace: http://catedraestanislao.univalle.edu.co/Elogio.pdf





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