Fragmento y comentario del texto: Breve discurso en la
O.R.F.T. En: Lacan, J. (1966). Intervenciones y textos 2. Buenos Aires: Manantial.
1988, págs. 38-39. [Tercera parte del comentario]
“El deseo es, propiamente, la pasión del significante, es
decir, el efecto del significante en el animal al que signa, y en el cual la
práctica del lenguaje hace surgir un sujeto –un sujeto no simplemente
descentrado, sino condenado a sostenerse tan sólo con un significante que se
repite, es decir a sostenerse dividido.
De allí la fórmula: el deseo del hombre (por así decir) es
el deseo del Otro. En el Otro está la causa del deseo, de donde el hombre se
desprende como resto.”
Comentario:
¿Es posible concebir un enunciado más ingenuo que aquel que
se profiere reclamando la propiedad de las palabras? Oímos decir, no pocas
veces, como un clamor en medio de una discusión, la frase: “esas palabras son mías”.
Reclamo de un decir (désir-deseo en francés, parónimo de decir en español) que busca en el significante alguna garantía según la cual
existiría, en el mundo de ficciones donde vive, algo que le sería realmente
propio. Sin embargo, al proferir tales palabras, ese Yo herido desconoce, con
más empeño que fortuna, la ilusión que lo sostiene en la trama de
identificaciones con significantes, cada uno de ellos, venidos desde fuera.
Entonces, la ilusión del Yo demanda garantías en su afán de procurarse el estatuto de un ser completo, sin falta, exento de herida
narcisista. Sin embargo, la fragilidad lo ronda de tal manera que su posición constituyentemente
paranoica no cesa de aparecer cada vez que el otro especular parece amenazarlo,
a riesgo de arrebatarle esos banales emblemas con los cuales ostenta una potencia
que sólo reina en sus añoranzas de retornar a un paraíso perdido. El dolor, que a menudo lo agobia, por tanto, no
proviene de lo inconsciente sino de su pasión por la ignorancia.
Así, la ignorancia lo conmina a reencontrarse una y otra vez
con su falacia, palabra que comparte la raíz con “falo”, siendo así que el falo
no puede ser más que falaz. En su fascinación –que también comparte la raíz con
la palabra “falo”– quiere gobernar en el fascismo –otra palabra que proviene de
la misma raíz–. No obstante sus anhelos, por el efecto del significante, ese Yo,
impotente, está destinado a no ser amo en su propia casa.
John James Gómez G.
No hay comentarios:
Publicar un comentario