Fragmento del texto: “Clausura de las jornadas de la École
Freudienne de Paris”. Lacan, J. (25-9-1977). Versión bilingüe disponible en la
página web de la École Lacanienne de Psychanalyse. Pág. 6. [Tercera parte del
comentario]
http://www.ecole-lacanienne.net//pictures/books/4C40FFA6478707ACE599B60D76F49289/Clôture%20-%20clausura%20-%2025%20septembre%201977.pdf
“Hay que interrogar el equívoco, del cual enuncio que es a
partir de allí que se fundan todas las formaciones, las formaciones del
inconsciente.”
Fragmento original en francés:
“Il faut interroger l’équivoque, dont j’énonce que c’est de
là que se fondent toutes les formations, les formations de l’inconscient.”
Comentario:
En sus notables conferencias de “Introducción al
Psicoanálisis”, escritas con el fin ser presentadas en la Universidad de Viena,
y redactadas entre los años 1915 y 1917, Freud dedicó las primeras cuatro de
ellas a los “actos fallidos”. El esfuerzo de Freud por explicar las diversas
maneras de equivocación, es decir, del “trastrabarse” (como aparece en la
traducción de José Etcheverry) en el habla, la lectura, la escucha y los actos,
apuntaba de manera decidida a brindar a los neófitos una argumentación
contundente del modo en que esos fenómenos, en apariencia nimios y cuya causa
se atribuía comúnmente al cansancio o a la falta de atención, debían ser
tomados en consideración como actos psíquicos de pleno derecho. Esta apuesta de
Freud, derivada del descubrimiento de la causalidad psíquica, debe tenerse como condición sine qua non en del ingreso en la experiencia analítica.
La razón es ese descubrimiento (del inconsciente) es,
precisamente, la del fracaso de la razón como potestad exclusiva de la
conciencia. El tropiezo del yo, que confiado en la ilusión del completo dominio
de sí se lanza a ejercer su voluntad, pone de manifiesto que no hay otra
voluntad más efectiva que la de la pulsión. Por tanto, el fracaso de la razón
como potestad exclusiva de la consciencia, conllevó el reconocimiento de otra
razón que se orienta por una determinación estructurada a partir de cadenas
significantes y que denuncia la estructura de ficción de la verdad y de la
realidad a las que el yo intenta fijar, como si fuesen seguras, válidas y
confiables, a partir de esa impostura que podemos denominar "el
sentido".
El equívoco, entonces, no es un tropiezo ingenuo ni
carente de valor. Por el contrario, en el se fundan, como bien afirmaba Lacan,
todas las formaciones del inconsciente; desde el más minúsculo tropiezo en el
decir, hasta el sueño y el síntoma, encuentran su articulación en la
equivocidad. Esta propiedad del lenguaje, implica que su estructura opera a
partir de las relaciones de identidad y diferencia, así como de la sustitución
y de la oposición entre significantes y, por tanto, el lenguaje común por el
que el inconsciente está estructurado como un (común) lenguaje, deja al
descubierto la falacia que se expresa a través del ideal de un total dominio de
sí. A mi juicio, esto justifica porqué Lacan, en la clase de apertura de su
seminario sobre “Los escritos ténicos de Freud”, denuncia la ingenuidad que
representaría suponer que el ideal de un análisis debería ser el total dominio
de sí, cuando, se trata, en realidad, de dar lugar a la palabra justa.
John James Gómez G.
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