Fragmento del texto: “Clausura de las jornadas de la École
Freudienne de Paris”. Lacan, J. (25-9-1977). Versión bilingüe disponible en la
página web de la École Lacanienne de Psychanalyse. Pág. 6. [Primera parte del comentario]
“Hay que interrogar el equívoco, del cual enuncio que es a
partir de allí que se fundan todas las formaciones, las formaciones del
inconsciente.”
Fragmento original en francés:
“Il faut interroger l’équivoque, dont j’énonce que c’est
de là que se fondent toutes les formations, les formations de l’inconscient.”
Comentario:
Esta vez traigo una cita breve, en comparación con las que
suelo comentar. Y creo importante, dado que hago mención de ello, indicar que
mis comentarios no tienen otra finalidad que intentar entender algunas
cuestiones sobre los planteamientos de Freud y de Lacan, lo que, sin duda, es
un ejercicio personal que, en este blog, hago público con el interés de que
otros puedan servirse de mis propias dificultades, de mis errores y mis
errancias, que no han de ser pocas. Sea como fuere, allí están esos
comentarios, simplemente como testimonio del interés por un trabajo que no
tiene otro límite que la propia curiosidad.
Dicho esto, me remito a la cita que, reitero, es breve, lo
que no debe hacernos pensar que se trata de algo simple o irrelevante. De
hecho, es probable que una de las mayores equivocaciones que uno pueda cometer
a la hora de leer el psicoanálisis sea la de apresurarse a la acumulación de
grandes cantidades. Entonces, para comenzar, por qué no interrogar esa
equivocación. Y esto tiene que ver con un asunto escolar con el que se trasmite
a los chicos la idea de que leer es pasar los ojos por las páginas y avanzar
rápidamente y siendo capaz de extraer una idea general del texto, lo cual
muestra simplemente que no hay que ocuparse del detalle, de la minucia, del
indicio que en él se puede encontrar y que, más allá de presentar un resumen o
la idea central a otro que, supuestamente ya la sabría de antemano, podrían
mover un deseo que interrogue el texto en su estructura misma. ¿No es eso,
acaso, la práctica psicoanalítica? ¿No se trata de interrogar el texto de eso
que Freud llamó inconsciente, sin dar por sentado que podría extraerse de él
alguna idea general que cierre el sentido como algo completo en sí mismo?
La afirmación de Lacan traída aquí a cuentas señala dos
cuestiones. Uno: que es necesario interrogar el equívoco. Dos: que es a partir
del equívoco que se fundan todas las formaciones del inconsciente. ¿Pero qué
sería interrogar el equívoco? Esta pregunta funda su relevancia en la
insistencia de nuestra cultura por eliminarlo. No se soporta el equívoco, como
tampoco se soportan con facilidad el silencio o la dilación de la respuesta por
parte del otro. Esto es más notorio en nuestros días, cuando los mensajes se mueven a
la velocidad de las ondas electromagnéticas gracias a las cuales son
transmitidos de un lugar a otro, es decir, de un dispositivo electrónico a
otro. El equívoco y el silencio perturban los afanes narcisistas del yo y éste,
apurado, se apresura a silenciar el equívoco y a buscar palabras para llenar el
sinsentido y la incertidumbre a los que queda expuesto merced del silencio.
Por su parte, la escuela insiste en la repetición como modo
de eliminación de la equivocación. Puede verse a los chicos repitiendo las
tablas de multiplicar como autómatas que no saben lo que dicen y es que,
realmente, no saben lo que dicen aunque sepan más de lo que creen saber. Pero
¿no es acaso el intento por eliminar lo perturbador lo que hace que eso retorne
de maneras siniestras? Tal vez sea necesario reflexionar algunas cuestiones al
respecto.
John James Gómez G.
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