Fragmento del texto: “Acciones obsesivas y prácticas
religiosas”. Freud, S. (1907). En: Obras Completas, vol IX. Amorrortu Editores.
1986. pp. 106 [Segunda parte del comentario]
"A la conciencia de culpa del neurótico obsesivo
corresponde la solemne declaración de los fieles: ellos sabrían que en su
corazón son unos malignos pecadores; y las prácticas piadosas (rezo,
invocaciones, etc.) con que introducen cualquier actividad del día y, sobre
todo, cualquier empresa extraordinaria parecen tener el valor de unas medidas
de defensa y protección."
Comentario:
Retomemos, pues, algunas de las preguntas que había dejado
indicadas en el comentario anterior: ¿qué llevó a Freud a suponer como válida
la analogía entre las acciones obsesivas y las prácticas religiosas? ¿De qué
manera los rituales obsesivos responden a un intento fallido de expiar su
consciencia de culpa?
Partamos de la premisa, crucial, de que no habría oposición
alguna sino continuidad entre sujeto y cultura. Freud lo sabía. Insistió en
ello a lo largo de su obra, si bien no usando dichos términos exactos, sí en el
modo en que se enfrentaba a la reflexión acerca de los malestares presentes en
los neuróticos y los malestares de la cultura en general; baste mirar, para
constatarlo, el subtítulo de su libro “Tótem y Tabú” de 1913 y quedar, así,
advertidos de ello.
Siguiendo esa vía freudiana, considero apropiado, para el propósito de comprender un poco la posición de Freud respecto de la analogía entre las acciones obsesivas y las prácticas religiosas, retomar una cita del libro ¿Por qué vivimos?, autoría del etnólogo francés Marc Augé: “… el rito tiene por objeto y finalidad que no sobrevenga el acontecimiento aciago que constituiría el retraso. En este sentido la anticipación ritual lucha contra el acontecimiento. Si se produce de todas formas, lo único que se puede hacer es interpretarlo, es decir, reinsertarlo en un orden comprensible; interpretar el acontecimiento es intentar escamotearlo.” (2004, pág. 74).
Siguiendo esa vía freudiana, considero apropiado, para el propósito de comprender un poco la posición de Freud respecto de la analogía entre las acciones obsesivas y las prácticas religiosas, retomar una cita del libro ¿Por qué vivimos?, autoría del etnólogo francés Marc Augé: “… el rito tiene por objeto y finalidad que no sobrevenga el acontecimiento aciago que constituiría el retraso. En este sentido la anticipación ritual lucha contra el acontecimiento. Si se produce de todas formas, lo único que se puede hacer es interpretarlo, es decir, reinsertarlo en un orden comprensible; interpretar el acontecimiento es intentar escamotearlo.” (2004, pág. 74).
De acuerdo con Augé, los ritos en las comunidades tribuales
tenían por finalidad intentar controlar el acontecimiento, aquello que, por
definición, era incontrolable. La muerte, la sequía, la lluvia o cualquiera
otro acontecimiento que pudiese resultar perturbador debía ser controlado.
Lógicamente los ritos no controlan el acontecimiento, pero sirven a los fines de
apaciguar el miedo derivado de la creencia en algún ser superior que sería
responsable de dichos acontecimientos. Y si el acontecimiento finalmente
ocurría, interpretarlo por vía de los parámetros de una cosmovisión permitía,
de todas maneras, no tener que responder ante él de modo en que se pudiera
establecer una lógica en el marco de los acontecimientos en sí, sino seguir
atribuyendo su ocurrencia a una entidad de poder superior. ¿No es acaso una
lógica harto similar a ésta la que está presente en el neurótico y,
particularmente, en esa modalidad llamada neurosis obsesiva?
John James Gómez G.
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