viernes, 28 de noviembre de 2014

Fragmento del texto: “Mi enseñanza, su naturaleza y sus fines.” Lacan, J. En: Mi enseñanza. Editorial Paidós, 2007. pp. 103 [Tercera parte del comentario]

“El sujeto del que se trata no tiene nada que ver con lo que se llama lo subjetivo en sentido vago, en el sentido de lo que mezcla todo, ni tampoco con lo individual. El sujeto es lo que defino en sentido estricto como efecto del significante. Esto es un sujeto, antes de poder situarse por ejemplo en tal o cual de las personas que están aquí en estado individual, antes incluso de su existencia de vivientes.”

Comentario:

El sujeto del que se trata en el psicoanálisis no camina por las calles, no va en busca del sentido de la vida, ni de la muerte. Es por tanto que no es algo intuitivo como, en cambio, si lo es en apariencia el yo que desesperado busca la ilusión del sentido. Y es así que, para el psicoanálisis, el sujeto y el yo no son equivalentes. El sujeto es una producción efecto del significante y si partimos del principio de que un significante no significa nada, resulta lógico suponer que el sujeto tampoco está en el nivel del significado. Por eso no es definible, no puede fijarse en una imagen que daría cuenta de qué es. Su condición es la de aparecer y desaparecer, es decir, de la dialéctica ausencia/presencia; es eso lo que Freud descubrió y sobre lo cual se propuso establecer su lógica en 1920 con su texto “Más allá del principio del placer”, pero que ya hablaba desde 1895 en su “Proyecto de psicología” y, más aún, en su “Interpretación de los sueños” de 1900.

Es precisamente la pulsión lo que da cuenta de que hay sujeto, es decir, de un movimiento de esfuerzo constante con manifestaciones evanescente, que irrumpe siempre como acontecimiento que perturba la ilusión del sentido. ¿No fue acaso eso lo que Freud encontró desde muy temprano en su clínica cuando se ve interpelado por la equivocación y por el sueño?

Eso irrumpe como acontecimiento y como tal sorprende. Evidentemente el yo difícilmente puede soportar algo como eso y es esa la razón por la que el desconocimiento y la defensa operan. De hecho, el intento por fijar un sentido es un modo de intentar hacer soportable ese sujeto que habla de una causa perdida. ¿Por qué “una causa perdida”? Que hay en el origen un sinsentido original, una causa que es puro agujero, desnudez genésica como la llama Pascal Quignard en su texto “El sexo y el espanto”. El sujeto efecto del significante es la marca que representa la hiancia en el paso de un significante a otro, pues no hay cópula en ese desplazamiento que haga desaparecer el agujero del sinsentido originario.

Así, el sujeto, en principio, no puede ser más que supuesto. Es esperable que advenga como acontecimiento pero no puede ser forzado a aparecer. Es efecto de la hiancia que se manifiesta en los desplazamientos significantes y, por tanto, opera por esa causalidad material de las palabras que tropiezan cuando concurren en la ilusión de fijar el sentido. El sujeto interroga el sentido poniendo al descubierto la multivocidad del lenguaje común, pues en tanto inconsciente está estructurado común lenguaje. Si ese sujeto no es supuesto el acontecimiento puede advenir, será tomado por simple tontería y el saber que podría haberse producido queda, de antemano, desechado.

Si hay entradas en análisis es porque quien escucha, prestando su presencia a la función de analista, supone un sujeto y quien habla de su sufrimiento supone un saber posible acerca de Ello. Y cuando al hablar de Ello se encuentra con el acontecimiento, es invitado por el analista a que suponga, en ese acontecimiento, un sujeto. Si ese yo sufriente no se compromete con dicha suposición, todo saber no sabido, que podría advenir, estará obturado. El sujeto es, pues, un supuesto que le habla al yo de su-puesto, del lugar en el que por el tropiezo puede reconocer algo de lo que, comúnmente, no quiere saber.


John James Gómez G.

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