Fragmento del texto: “¿Debe enseñarse el psicoanálisis en la
universidad?”. Freud, S. (1919). En. Obras Completas, vol. XVII. Amorrortu
Editores, 1979. Pág. 171. [Primera parte del comentario]
“…cabe afirmar que la universidad únicamente puede
beneficiarse con la asimilación del psicoanálisis en sus planes de estudio.
Naturalmente, su enseñanza sólo podrá tener carácter dogmático-crítico, por
medio de clases teóricas, pues nunca, o sólo en casos muy especiales, ofrecerá
la oportunidad de realizar experimentos o demostraciones prácticas. A los fines
de la investigación que debe llevar a cabo el docente de psicoanálisis,
bastará con disponer de un consultorio externo que provea el material
necesario, en la forma de los enfermos denominados «nerviosos»…”
Comentario:
La pregunta que se hacía Freud en 1919, acerca de si debe
enseñarse el psicoanálisis en la universidad, pareciera hoy una simple
banalidad resuelta hace décadas, si es que uno no se toma en serio su práctica.
Es un hecho. El psicoanálisis se enseña en las
universidades. No sólo hay programas de pregrado en psicología, medicina,
filosofía, literatura, sociología, antropología e incluso marketing en los que
se dictan cursos sobre teoría psicoanalítica; también hay especializaciones,
maestrías y doctorados con denominaciones diversas que incluyen al
psicoanálisis. Y uno se pregunta ¿cómo es eso posible? ¿Acaso el psicoanálisis
ha conseguido un lugar legítimo en la universidad? O ¿tal vez ha sido
domesticado de tal manera por el discurso universitario, que es usado simplemente
de acuerdo con los fines de un conocimiento homogenizante que nada tiene que
ver con la subversión que le era propia en sus inicios?
Según Freud, el psicoanálisis puede nutrir a la universidad.
Afirmó incluso que “comparado con todos los otros sistemas, el psicoanálisis es
el más apropiado para trasmitir al estudiante un conocimiento cabal de la
psicología”. (1919, pág. 170). Reconozcamos que Freud tenía razón, siempre y
cuando el psicoanálisis no sea tomado solamente como un momento anecdótico de
la historia de la psicología, digno de estar en un museo y que muchos desearían
ver en un mausoleo, o como una teoría sospechosamente poco científica que bien
sería comparable con una práctica chamánica. No obstante, es bastante común que
sea presentado a los estudiantes de ese modo despreciativo, sobre todo en las
carreras de psicología donde prima la idea de un cientificismo
pseudonaturalista.
¿Cómo enseñar el
psicoanálisis en la universidad, sin que la función de profesor o de maestro (maître:
maestro-amo) termine devorándose al psicoanalista? ¿De qué modo es posible
trasmitir algo del saber psicoanalítico en un espacio propedéutico, cuando el
psicoanálisis no es, propiamente hablando, un sistema de pensamiento, una pedagogía
ni un discurso moral? ¿Cómo enseñarlo sin convertirlo en ninguno de esos tres
modos de domesticación?
John James Gómez G.