Fragmento del texto: “Mi enseñanza, su naturaleza y sus
fines.” Lacan, J. En: Mi enseñanza. Editorial Paidós, 2007. pp. 103 [Tercera
parte del comentario]
“El sujeto del que se trata no tiene nada que ver con lo que
se llama lo subjetivo en sentido vago, en el sentido de lo que mezcla todo, ni
tampoco con lo individual. El sujeto es lo que defino en sentido estricto como
efecto del significante. Esto es un sujeto, antes de poder situarse por ejemplo
en tal o cual de las personas que están aquí en estado individual, antes
incluso de su existencia de vivientes.”
Comentario:
El sujeto del que se trata en el psicoanálisis no camina por
las calles, no va en busca del sentido de la vida, ni de la muerte. Es por
tanto que no es algo intuitivo como, en cambio, si lo es en apariencia el yo
que desesperado busca la ilusión del sentido. Y es así que, para el
psicoanálisis, el sujeto y el yo no son equivalentes. El sujeto es una
producción efecto del significante y si partimos del principio de que un
significante no significa nada, resulta lógico suponer que el sujeto tampoco
está en el nivel del significado. Por eso no es definible, no puede fijarse en
una imagen que daría cuenta de qué es. Su condición es la de aparecer y
desaparecer, es decir, de la dialéctica ausencia/presencia; es eso lo que Freud
descubrió y sobre lo cual se propuso establecer su lógica en 1920 con su texto
“Más allá del principio del placer”, pero que ya hablaba desde 1895 en su
“Proyecto de psicología” y, más aún, en su “Interpretación de los sueños” de
1900.
Es precisamente la pulsión lo que da cuenta de que hay
sujeto, es decir, de un movimiento de esfuerzo constante con manifestaciones evanescente, que irrumpe siempre como
acontecimiento que perturba la ilusión del sentido. ¿No fue acaso eso lo que
Freud encontró desde muy temprano en su clínica cuando se ve interpelado por la
equivocación y por el sueño?
Eso irrumpe como acontecimiento y como tal sorprende.
Evidentemente el yo difícilmente puede soportar algo como eso y es esa la razón
por la que el desconocimiento y la defensa operan. De hecho, el intento por
fijar un sentido es un modo de intentar hacer soportable ese sujeto que habla
de una causa perdida. ¿Por qué “una causa perdida”? Que hay en el origen un
sinsentido original, una causa que es puro agujero, desnudez genésica como la
llama Pascal Quignard en su texto “El sexo y el espanto”. El sujeto efecto del
significante es la marca que representa la hiancia en el paso de un significante
a otro, pues no hay cópula en ese desplazamiento que haga desaparecer el
agujero del sinsentido originario.
Así, el sujeto, en principio, no puede ser más que supuesto.
Es esperable que advenga como acontecimiento pero no puede ser forzado a
aparecer. Es efecto de la hiancia que se manifiesta en los desplazamientos
significantes y, por tanto, opera por esa causalidad material de las palabras
que tropiezan cuando concurren en la ilusión de fijar el sentido. El sujeto
interroga el sentido poniendo al descubierto la multivocidad del lenguaje
común, pues en tanto inconsciente está estructurado común lenguaje. Si ese
sujeto no es supuesto el acontecimiento puede advenir, será tomado por simple
tontería y el saber que podría haberse producido queda, de antemano, desechado.
Si hay entradas en análisis es porque quien escucha,
prestando su presencia a la función de analista, supone un sujeto y quien habla
de su sufrimiento supone un saber posible acerca de Ello. Y cuando al hablar de
Ello se encuentra con el acontecimiento, es invitado por el analista a que
suponga, en ese acontecimiento, un sujeto. Si ese yo sufriente no se compromete
con dicha suposición, todo saber no sabido, que podría advenir, estará
obturado. El sujeto es, pues, un supuesto que le habla al yo de su-puesto, del
lugar en el que por el tropiezo puede reconocer algo de lo que, comúnmente, no
quiere saber.
John James Gómez G.