viernes, 24 de mayo de 2019

Fragmento del texto: Discurso de Roma. Lacan, J. (1953). En: Otros escritos. Editorial Paidos. 2012, p. 153.


Los conceptos del psicoanálisis se captan en un campo de lenguaje, y su dominio se extiende tan lejos como una función de aparato, como un espejismo de la conciencia, como un segmento de un cuerpo o de su imagen, un fenómeno social, una metamorfosis de los símbolos mismos pueden servir de material significante para lo que el sujeto inconsciente tiene para significar. 

Comentario:

¿A qué llamamos "realidad"? Inicio con esta pregunta reconociendo que, en nuestros días, ningún científico serio del campo de la física brindaría una respuesta definitiva. Nadie como ellos duda tanto hoy de la realidad. Mientras algunos de nosotros vamos por la vida caminando con cierta seguridad de lo que “es” la realidad, convencidos de poder distinguirla de la fantasía, los físicos afirman que no hay nada menos garantizado que nuestra realidad. Basta leer Sobre la electromecánica de los cuerpos en movimiento, artículo publicado por Einstein en 1905[1], para ver cómo el costo de su descubrimiento es que dos observadores no tendrán la posibilidad de describir ningún acontecimiento relativo al espacio-tiempo del mismo modo, puesto que su posición como observadores, es decir, sus posiciones como sujetos en el espacio-tiempo, determina el fenómeno y la estructura de lo observado. Algunos de los investigadores más actuales, como Carlo Rovelli (2018)[2], quien dedica sus esfuerzos a comprender la naturaleza del tiempo, ha llegado a coincidir con el estoicismo, al parecer sin saberlo, cuando afirma que el tiempo y el espacio existen solamente porque nosotros asumimos que existen, pues no son cuerpos, no hay materialidad que los represente más allá del lenguaje o, en términos del estoicismo, son incorporales (Bréhier, 2011)[3]. Es así que nuestra realidad no es más objetiva que el lenguaje que usamos para nombrarla. 

Piense usted, apreciado lector, cuando define numéricamente la medida de una superficie. ¿Quién ha definido la escala de medida? ¿Existe la noción de “centímetro” en la naturaleza? Como dijo recientemente Sheldon Cooper, personaje de la ficción televisiva, “todo tiene un número, si le asignas un número”. Nombramos lo imposible de captar y así intentamos hacerlo representable y, en la medida de lo posible, controlable. Esto, por cierto, es lo que Poincaré dejó en claro cuando denunció que no hay tal cosa como las verdades evidentes, pues un axioma no es otra cosa que una definición disfrazada de evidencia (Livio, 2014)[4].

Ahora bien, no se confundan. Lo que aquí afirmo no se trata de alguna forma de construccionismo social. La efectividad del lenguaje a la que se refieren el psicoanálisis y la física, no es el construccionismo social. Por otro lado, si bien el psicoanálisis y la física llegan a conclusiones similares en cuanto a la “realidad”, es decir, que no hay otra cosa que lo que Freud llamó realidad psíquica, la física ve la singularidad como el punto de obstáculo para plantear leyes universales, mientras que el psicoanálisis encuentra en la singularidad el agujero por el cual es posible producir un saber no-todo que cada uno pueda poner al servicio de su subjetividad en el lazo con el Otro. 

No basta, pues, lo simbólico, para que haya alguna realidad. Ese es el punto en el que Lacan puso el acento. Lo simbólico nos permite acceder parcialmente a lo real imposible de la naturaleza de las cosas, pero eso real pone un límite de imposibilidad a lo que podemos saber y dominar con el lenguaje. Para subsanar ese punto, los humanos contamos con lo imaginario, con la fantasía, con la ficción, que también podríamos escribir “fixión”, jugando con el inglés fix. De esa fixión se sirven el historiador, el sociólogo, el físico, el psicoanalista. A esas fixiones orientadas por el pensamiento racional les llamamos teorías

Entonces, prescindir de uno de los tres: real, imaginario o simbólico, puede llevarnos a creer que es posible acceder a una realidad absoluta excluyendo al sujeto, es decir, un real sin sujeto (positivismo canónico), o que todo lo que existe es el lenguaje, lo simbólico sin imagniario y sin real (construccionismo social), o que basta lo imaginario, sin simbólico y sin real, para hacer existir lo que queramos (coaching, psicología positiva, programación neurolingüistica, etc.). 

Así, la pregunta por la realidad exige reconocer cómo se articulan lo uno y lo otro, no esforzarse por eliminar lo uno o lo otro.  

John James Gómez G.



[1] Einstein, A. (1905). Sobre la electrodinámica de los cuerpos en movimiento. Teorema. Revista internacional de filosofía. Vol. 24, Núm. 2 de 2005, pp. 91-119. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1254300
[2]Rovelli, C. (2018). El orden del tiempo. Barcelona: Anagrama. 
[3]Bréhier, É. (2011). La teoría de los incorporales en el estoicismo antiguo. Buenos Aires: Editorial Leviatán. 
[4]Livio, M. (2011).¿Es Dios un matemático?España: Editorial Ariel. 

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