Fragmento y comentario del texto: Discurso de Roma.En: Lacan, J. (2012). En: Otros Escritos. Buenos Aires: Editorial Paidós, p. 157.
Es por eso que se trata realmente de un nuevo oscurantismo cuando todo el movimiento actual del psicoanálisis se precipita a un retorno a las creencias ligadas a lo que llamamos el presupuesto de la psicología, en la primera fila de las cuales la pretendida función de síntesis del yo, por haber sido cien veces refutada, y mucho antes y fuera del psicoanálisis, por todas las vías de la experiencia y de la crítica, bien merece en su persistencia ser calificada de superstición.
Comentario:
“¿Es necesario saber teoría psicoanalítica para psicoanalizarse?”. Esta es una pregunta que aparece con cierta frencuencia entre algunos psicólogos que coquetean con el psicoanálisis y entre los estudiantes de psicología. He indagado con algunos de ellos sobre el supuesto en que ella se sostiene, y la respuesta suele estar orientada por la premisa del psicoanálisis visto como algo a lo que “hay que respetar”, expresión que parece usarse como sinónimo de la palabra “temer”, pero también por la idea de que son los conceptos los que permitirían al analizante “entender” las interpretaciones de su psicoanalista y, así, comprender el origen de sus síntomas.
Contrario a dichos supuestos, la práctica analítica muestra que, en no pocas ocasiones, el conocimiento teórico puede operar como una de las más recias resistencias. Por esa vía, constatamos cómo algunas personas se apuran por mostrar a su psicoanalista que comprenden lo que les pasa desde los textos y los conceptos de Freud o de Lacan. No es tarea fácil agujerear ese empuje al sentido que la teoría provee y que puede funcionar como un rechazo al sujeto del inconsciente.
De otro lado, encontramos también a quienes demandan un análisis movidos por el anhelo de convertirse en psicoanalistas. Más que algún sufrimiento o algún enigma que pueda moverlos a interrogar su posición como sujetos, se muestran atrapados por el peso de un deber; recitan que “para ser psicoanalista hay que psicoanalizarse” y que están allí por esa única razón. Si bien eso no constituye un motivo para dejar de suponer allí a un sujeto del incosciente y por tanto avanzar hacia la posibilidad de un análisis, la dificultad estriba en que mientras el psicoanálisis supone tomar la vía del deseo, algunas personas que anhelan ser psicoanalistas hacen de ello un ideal más, que los persígue superyoicamente y con el que también persiguen superyoicamente a otros.
Así las cosas, considero necesario mencionar que, en mi experiencia, la afirmación de Lacan: “El inconsciente está estructurado como un lenguaje”, puede leerse también, sirviéndonos del equívoco, de la siguiente manera: El inconsciente está estructurado común lenguaje, es decir, como un lenguaje común. ¿Qué quiero decir con ello? Que es cuando se habla según lalengua, como la llamaba Lacan, aquello que se dice desde una cierta posición de descuido, de desparpajo, de decir cualquier cosa que habla de lo que es al mismo tiempo más íntimo y más extraño (éxtimo), sin intentar aparentar que se entienden o se comprenden las cosas, la teoría, por ejemplo, es posible que en eso que parece tan banal, algo excepcional aparezca marcando la apertura del inconciente y con ella las posibilidades del trabajo analítico.
John James Gómez G.
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