viernes, 8 de febrero de 2019

Fragmento y comentario del texto: La equivocación del sujeto supuesto saber.En: Lacan, J. (2012). En: Otros Escritos. Buenos Aires: Editorial Paidós, p. 357-358



Una teoría que incluye una falta que debe volverse a encontrar en todos los niveles –inscribirse aquí como indeterminación, allí como certeza, y formar el nudo de lo ininterpretable– en ella me esfuerzo, ciertamente sin dejar de experimentar su atopía sin precedentes. La pre­gunta aquí es: ¿qué soy yo para atreverme a semejante elaboración? La respuesta es simple: un psicoanalista. 
           

Comentario:

¿De qué se ocupa un psicoanalista? Después de más de cien años de existencia del psicoanálisis, esta podría parecer una pregunta resuelta. Sin embargo, lo que notamos es que, en algunas ocasiones, resulta difícil de responder dadas las circunstancias de nuestros días. Se trata de algo tan difícil como puede llegar a ser, para los filósofos, la pregunta ¿para qué sirve la filosofía? 

En tiempos cuando la producción y acumulación en torno al capital económico son vistas como el mayor ideal y, por qué no, lo más parecido a la felicidad según el capitalismo salvaje, las disciplinas que se ocupan de las inquietudes más íntimas de lo humano son vistas como improductivas e, incluso, como inconvenientes. Sea como fuere, somos testigos de un constante rechazo al saber, mientras la información pulula por doquier.

Evidentemente, psicoanálisis y filosofía no son disciplinas equivalentes. No se ocupan de los mismos asuntos, aunque haya quienes se esfuercen por dar al psicoanálisis el estatuto de una filosofía. De manera muy general, digamos que la segunda se ocupa de lo que puede pensarse, mientras la primera se ocupa de lo surge allí donde no pensamos, lo inconsciente, que se trata de un saber hacer con lo que nos es más constituyente y tiene efectos sobre nuestra vida, no siempre reconfortantes.

¿Qué hace a esas dos disciplinas algo tan incoveniente para los dircursos dominantes en estos tiempos? Probablemente que ambas se ocupan de cuestiones que implican formas de relación con la verdad. En el caso del psicoanálisis esto quiere decir, ocuparse de lo que para cada uno resulta imposible de sorpotar y a lo cual, aun así, no logra renunciar sin importar el esfuerzo, la disciplina o la voluntad que ponga en juego. 

Entonces, podemos decir que un psicoanalista se ocupa de eso imposible de soportar pero que, dado que se manifiesta allí donde no operan el pensamiento ni la voluntad en sentido consciente, implica una satisfacción paradójica, un goce que se sufre pero al cual parece imposible renunciar. 


John James Gómez G.

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