martes, 6 de noviembre de 2018

Fragmento y comentario del texto: Carta de disolución. En: Lacan, J. (2012). En: Otros Escritos. Buenos Aires: Editorial Paidós, p. 338. [Primera parte del comentario]
  
"Es por eso que disuelvo. Y no me quejo de los llamados "miembros de la Escuela Freudiana", más bien les agradezco el haber sido enseñado por ellos, donde yo he fracasado, es decir que me he embrollado.
Esta enseñanza es valiosa para mí. La aprovecho."

Comentario:

Luego de haber dejado en pausa por algunas semanas esta práctica de comentario de fragmentos textuales, retomo eligiendo uno que aunque se conserva parece yacer ahí solo en calidad de memoria borrada. Se trata de la Carta de disolución con la que Lacan, casi al final de su vida, disolvió su Escuela el 5 de enero de 1980, la cual merece, a mi juicio, mayor atención, incluso, que su Acto de fundación.

Enfatizo esa relevancia con una pregunta: ¿Cuáles serían las razones para suponer que una institución fundada por Lacan y disuelta por él en reconocimiento de su fracaso, mereciera ser resucitada para sostenérsele desconociendo así, retroactivamente, su fracaso?

Dedicaré varios comentarios a este asunto y quisiera contar también con los suyos.

Partiré de retomar simplemente el enunciado: “yo he fracasado, es decir que me he embrollado (embrouillé)”. También se podría traducir embrouillé, por confundido, pero el término embrollado es mucho más fiel pues destaca que se trata de un enredo, de no saber localizarse en una maraña. La apuesta de Lacan consistió en no repetir lo que criticaba a la Asociación Internacional de Psicoanálisis (IPA) que había sido fundada por Freud y, según parece, el único modo que halló para evitar la repetición de aquello fue reconocer el fracaso y disolverla. 

Por supuesto, sabemos que la IPA sigue siendo exitosa, aun hoy. La cuestión es que también lo son algunas escuelas lacanianas fundadas con el modelo que Jacques Lacan decidió disolver reconociendo su fracaso. Uno podría apresurarse y suponer que el panorama es alentador y que los lacanianos triunfan donde Lacan fracasó, es decir, que descubrieron la manera de ubicarse en el embrollo, motivo por el cual ellas perduran y se multiplican como si de McDonald’s se tratare. No obstante, si uno no se apresura, habría que interrogar si no se trata de una manera de congraciarse con el éxito de la repetición que se asienta en la entronización de un padre al que se le atribuye la garantía. En términos de probabilidades, tal vez sea necesario considerar si acaso no se está más cerca de lo segundo que de lo primero.



John James Gómez G.

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