lunes, 17 de septiembre de 2018

Hoy comparto con ustedes un fragmento de la ponencia de apertura que presenté el 14 de septiembre en el I Coloquio de Investigación Psicoanálisis: Subjetividad y lazo social en el crimen y el posconflicto, organizado por el Semillero de Psicoanálisis Parlêttre de la línea de investigación Psicoanálisis, trauma y síntomas contemporáneos del Grupo de Investigación Clínica y Salud Mental de la Universidad Católica de Pereira.

¿A qué llamamos investigación en psicoanálisis?

La pregunta con la que he intitulado este trabajo sugiere, necesariamente, la idea de que, cuando ejercemos el oficio de investigadores desde el psicoanálisis, existe un rasgo diferencial, es decir, algo que le es propio, particular, incluso singular, si lo comparamos con el ejercicio investigativo en cualquier otro campo de investigación.

  Y si digo campo, presten atención, es porque esa palabra describe un espacio-tiempo de relaciones específicas, en cuyo caso, se trata, para nosotros, de aquel campo que fue descubierto por Freud y que en términos de Lacan podemos denominar campo del Otro, es decir, del inconsciente. 

  Este punto de partida en torno a la noción de campo es axiomático. Podemos reconocer que un axioma es un enunciado que se considera necesario y del que solo se sabe algo por sus efectos. Esto no deja de ser interesante pues suele asumirse que un axioma es algo verdadero, lo cual, seguramente ustedes ya lo sabían, no es más que una ilusión, pues como lo indicó Henry Poincaré a finales del siglo XIX, los axiomas “no son intuiciones sintéticas a priori ni datos experimentales. Se trata de convenciones.” (Citado por Livio, 2011, p. 157).

  En ese sentido, un axioma es una definición disfrazada de evidencia. Les propongo que lo constaten por sus propios medios. Es lo más consecuente que podemos hacer si se trata de la investigación en psicoanálisis, puesto que nada garantiza que lo que yo les digo sea verdadero.

  Es por eso que en nuestra práctica llamamos analizante a alguien que, justamente, desgasta una a una sus palabras intentando establecer un criterio infalible de verdad, veracidad y verificación, mientras descubre que cuando se trata de eso que solemos llamar realidad humana, no hay verdad que no tenga estructura de ficción.

  Nuestro axioma, el de la existencia de un campo Otro, que corresponde a lo inconsciente, no debe operar como certeza sino como principio de una indagación por aquello que resulta enigmático en cuanto a lo que llamamos sujeto. Ese sujeto, por supuesto, es el sujeto del inconsciente. Y si he dicho antes “nuestro axioma”, es porque está ausente en otras prácticas.

  No se haya ni en la ciencia, ni en la filosofía, tampoco en el discurso común que incluye formas diversas del discurso del amo y del capitalismo tales como las religiones, los mercados o las ideologías, esto, muy a pesar, de que en todas ellas se hacen sentir sus efectos.

  Entonces, nuestro axioma no debe suponerse como verdadero, sino como la manifestación según la cual cada uno se enfrenta a la interrogación más íntima frente a lo que siendo más propio le resulta más extraño. Tenemos conceptos que dependen de ese axioma y que se acompasan con la palabra inconsciente, entre ellos: goce, deseo, saber y algunos otros más.

  Espero hayan captado hasta aquí el punto diferencial que justifica el título. ¿A qué llamamos investigación en psicoanálisis? A una práctica que se ocupa de un saber relativo a la efectividad de un discurso que pone de manifiesto lo más paradójico de la condición humana.

John James Gómez G. 

Pueden leer el texto completo de la ponencia en: ¿A qué llamamos investigación en psicoanálisis? elSigma.com

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