martes, 24 de abril de 2018

Fragmento y comentario del texto: 9ª conferencia. La censura onírica. En: Freud, S. (1915). Conferencias de Introducción al psicoanálisis. Obras completas, vol. XV, 1984, p. 134. [Primera parte del comentario]

"…aparten la mirada de lo individual y contemplen la gran guerra que sigue asolando a Europa, piensen en la brutalidad, la crueldad y la mendacidad de que es pasto el mundo civilizado. ¿Creen realmente que un puñado de ambiciosos y farsantes inmorales habrían logrado desencadenar todos esos malos espíritus si los millones de seguidores no fueran sus cómplices? ¿Osan en estas circunstancias romper lanzas para sustentar la ausencia de maldad en la constitución anímica del hombre?"

Comentario:

Antes de comentar la cita de manera precisa, permítanme situar un contexto que considero necesario. Verán que si se presta suficiente atención, no es muy difícil percatarse de que, a pesar del advenimiento del psicoanálisis, la sociología, la antropología, y el concierto general en las ciencias sociales y humanas, en las que la oposición entre individuo y sociedad es ya considerada una falacia, existe todavía una doxa dominante, incluso en círculos académicos, merced de la cual se hacen ingentes esfuerzos para perpetuar esa falsa oposición. Un ejemplo sencillo, se manifiesta con un planteamiento enunciado con frecuencia, cada vez que se quiere explicar algún asunto de la condición humana: “X, ¿nace o se hace?”. Nótese la “o” excluyente. Entre otras cosas, esa “o” indica una intención de separación tajante entre algo que sería propio del individuo –que suele confundirse con cuestiones orgánicas y congénitas– y, por otro lado, las influencias del “medio” social. El sujeto, desde cualquiera de esos dos puntos de vista, no tiene posibilidad alguna de suponerse responsable, toda vez que lo que le acontece sería consecuencia de una causa externa a él.

Ahora bien, tengamos en cuenta que la amalgama, forzada hasta el agotamiento, propuesta con el vocablo bio-psico-social, no hace más que confirmar el aferramiento a la falsa oposición individuo/sociedad. Así, pareciera inconcebible, al menos en los modelos fieles al positivismo canónico, que pervive incluso en perspectivas disfrazadas de radicalismos innovadores, articular una lógica que no consista en pegamentos y costuras de dimensiones aisladas, a la manera de un Frankenstein (y perdonen lo trillada que resulta esta analogía), con la que termina retornando una y otra vez al mismo lugar: la declaración de su impotencia.

Cualquier observador mediano puede constatar que a lo que denominamos “avances en la civilización”, suele consistir en la invención de teorías, técnicas y herramientas que nos distancian de las preguntas en torno a nuestra responsabilidad como sujetos, a la vez que vehiculizan un potente empuje hacia el cinismo, la culpabilidad y el desconocimiento de lo que implica hacer parte de una tal llamada “especie”, condenada a hablar sin entenderse, pues nunca sabe a ciencia cierta lo que implican las palabras que hablan a través suyo, mientras, como si lo anterior fuera poco, estamos exhortados por los discursos dominantes a ubicarnos como súbditos obsecuentes que se jactan de creer en el destino obligado de su realización personal y de su libertad. Veremos pues, con el próximo comentario, qué podemos interrogar, siguiendo la cita de Freud que he traído a cuentas, en torno a esa falsa oposición y a sus implicaciones.

John James Gómez G.

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